l ambiente se volvió aún más inquietante, y sentía un deseo creciente de huir, pero ¿cómo? No se iría sola en medio de la noche. Además, nunca dejaría a
nos detalles en un archivo policial antiguo, – dijo el cumpleañ
, quien siempre se irritaba cuando mezclaban la historia real con las leyendas y trataban de presentarlas como verdad.
rasnov. – ¡Han pasado 70 años! ¿De verdad quieres decir
e rápido su historia y nos vamos de aquí. No qui
esta mujer había ayudado a curar a su hijo de una enfermedad mortal. En el último momento, él reemplazó a la niña, arrojando un muñeco al fuego en su lu
co para la quema? – se rió
quemaban a algún niño, ¡lo sacaría de repente y lo lanzaría al fuego! –
es que la sangre de esa niña no fue derramada, por lo que la mal
ue puedas derramar su sangre, a menos que viajes en el tiempo, –
tutamente Krasnov. Su sonrisa a la luz de las vel
llevó a la niña s
una descarga eléctrica. Miró a Kristina y vio en
– gritó Kristina. – ¡
con dureza. – ¿Cuántos años tendría tu abuela
rían por su pérdida, sin haber logrado superarla. La abuela prácticamente había re
los muertos? – Kristina miraba fijamente
cumpleañero con tono arrogante. – Quiero decir que, p
afonov, pero nunca se habían interesado por los detalles. ¿Qué importancia tenía? Nunc
as en la clase! – exclamó Vavilov entre risas.
adamente su brazo sobre su hombro, pero ella
ecididamente, sacó su teléfono del bolsillo y encendió la linterna. –
a. Y ahora, al desafiarla personalmente, insultando a su familia... ¡Quería lanzarse sobre él y arranca
onos un rato más con los chicos, mañana no hay clases, podemo
, ¡quédate con estos idiotas si qui
vantó de mala gana y se sacudió los
estamos comenzando, no le hagan caso a este idiota, s
me gusta que hablen mal de mis familiar
o de la verdad, – dijo Krasnov, m
ide tus palabras! –
de que la maldi
No creo en esas estupi
! – insistió el cumplea
sa Anya – ¡Una cosa es contar historias, y otra mu
demostrar que no tienen miedo. ¡Tengo incluso una aguja ester
te loco! – Anya esta
hico. La abrió con gesto desafiante y, entre las r
los son idiotas, pero tú no lo eres
strarle a este idiota que no
nchó el dedo y mostró una g
tranquilo? –
e montículo es la tumba, justo en el centro, – dijo el chico
a apretó el dedo y dejó caer
mente extraño. Siempre era impredeci
na, la agarró de la mano y come
y a golpear a Krasnov con la mano libre. E
sangre sobre la tum
ya se lanzó sobre él y come