luces se extendían hasta
te de los hoteles más exclusivos de la ciudad de New York y que dominaba la ciudad en todo su
a su jefe Cristian Miller y habían empezado a tr
diferente. El enorme y sexy jefe como nunca lo había visto antes. Er
tos. Tendremos que trabajar durante la cena." Ordenó Cristian Miller mie
rámites que habían retrasado el inicio de l
o la voz baja y sin emoción. Se dio l
stido lencero azul con el que se sentía mucho más cóm
rtó de ella y se llevó el teléfono a la oreja. Adela se quedó mirando su ancha espalda por un
mente cuando ella dejó de tocar las teclas y frunci
e, y se preguntó si su cerebro cansado la había engañado para que viera cosas. Se acercó a la exquisita mesa de café donde había dejado su teléfono celular para cargar y re
llamó por su n
, se
ra volver
ecisa
rgullosa de haber logrado mantener
olor cuando su trasero y su espalda chocaron contra la dura e implacable superficie de la silla de res
este viaje de negocios es terminar en
ans
ró por encima del hombro para encontrarse con su mirada oscura y en
oco",
tar la mirada de ell
que te masajea
ía muy bien lo que implicaría ese masaje en el cuello,
fantástica de desahogarse y relajarse después de un día duro. ¿Quizás solo por esta vez? Solo una
y un claro interés. Ella era una cosita tentadora. Ahora, después de ver a esa mujer con su llamativo vestido azul, también estaba muy atra
la inclinar la cabeza, permitiendo que las puntas bien definidas de su elegante melena se balancearan hacia delante y ocultaran su rostro
el momento del contacto inicial entre ellos. Pero tenía cosas más interesantes en las q
gicas e inimaginables. Arqueó la espalda y la mirada
sta convertirse en un gemido agudo cuan
nte, sus ojos febriles mientras la inmov
qui
lo mucho que lo deseaba dentro de ella. No recordaba haber des
es un
pero Adela las apartó mientras extendía l
él se apoderó de sí mismo y deslizó deliberadamente su punta, lentamente
tamente y ella siseó cuando sintió que estaba