es de la mansión Valverde, resonando como tambores en el vacío silencio que dominaba la casa. Aitana, empapada y temblorosa, permanecía inmóvil frente a l
e acababa de suceder. Todo lo que había construido, toda la ilusión de una vida compartida, se había desmoronado en cuestión de minutos. Nicolás no solo la había abando
tinguió una fila de vehículos negros que avanzaban hacia la mansión. Los autos se detuvieron bruscamente frente a ella, sus luces iluminando la oscura fachada de la c
pecablemente planchado, y un paraguas negro que abrió con destreza. Al acercarse, sus ojos grises y se
nda, haciendo una leve reverencia-. Debe
iado de opinión. Quizás había enviado a estas personas para llevarla con él, para explicarle lo que había suce
los otros hombres, vestidos igualmente de negro, bajaban cajas y paquetes envueltos en cintas doradas de los maleteros de los autos. ¿Rega
te abrieron las puertas del auto y la ayudaron a salir, se encontró ante una mansión aún más grande y majestuosa que la de Nicolás. Los jardin
mnas imponentes que sostenían el techo abovedado. En el vestíbulo, un grupo de personas la esperaba en silencio, todos vestidos con elegancia
rado -anunció con una le
o en un moño perfecto. Sus ojos eran de un azul profundo, llenos de una autoridad incuestionable. Vestía un elegante traje de diseñador, que acent
con una voz firme pero sorprendentemente
su abuela había muerto cuando era una niña, o al menos eso le habían dicho.
rmuró, llevándose una mano a la
mente, un gesto que
que corre por tus venas. Eres una Alarcón, y e
pudiera caer, Victoria la sostuvo por los hombro
oso de este país. Y tú, Aitana, eres su única heredera. Por razones que aún
las miradas preocupadas de su madre. Siempre había sentido que algo no cuadraba, pero jamás había podido precisar qué era. Aho
na con voz débil, sintiendo cóm
seriedad-. Tu matrimonio con Nicolás Valverde ya no tie
o de celebración, solo para descubrir que su vida entera era una mentira. Pero por encima de todo, pensó en el hij
era sus pensamientos,
sientas perdida, te prometo que haremos lo que sea necesario para proteg
tos desconocidos. Ahora, estos desconocidos afirmaban ser su verdadera familia. Las lágrimas comenzaron a ro
oz más suave-. Mañana comenzaremos a desvelar
tación, mucho más grande que cualquier lugar en el que había vivido antes. Se dejó caer sobr
ma pregunta se repetía en su mente: ¿Qu