r con su pequeña hija Abby entre los brazos. L
enuncio no soporto más la grosería de su hij
el papel con frustración mientras miraba
ada clavada en la punta de sus zapatos ros
ró, conocía
me miras a los ojos es porque, hiciste de las tuyas, Abby. Y ahora... te es
papi
el pato soy yo. ¿Sabes cuánto cuesta el alquiler del apartamento? ¿La c
muró ella con l
critorio y calladita.
del escritorio, con sus dos trencitas desordenadas cayendo sobre los h
zón de piedra. Se sentó en su silla, echó un vistazo a los pendientes y comenzó
o pataletas en estos moment
me quieta y calladita -dijo ella, secándose u
urmullos, impresoras zumbando y pasos rápidos de compañeros
: vestido entallado, tacones que resonaban como campanadas
n ese tono suave que era peor que un grito. Porque sonaba amable... h
tragó
a termin
también. El cliente no va a esperarnos mientras t
Roger con una sonrisa nerviosa, s
tanto... Eres lento, Roger. Le
nces cuand
ión y con un coraje más grande que ella
ites a
ara ver cómo del escritorio de Roger emergía una criatura bajita
uzó sus pequeños bracitos sobre el pecho y levan
puedes decirle tortuga... ¡porq
soltó una carcajada que trató de disimular tosiendo. Mariana abrió los ojo
zado, temblando todo su cuerp
papá -contesto Mariana co
de nuevo, era lo único
ndo mundial y nadie tiene derecho a decir que eres lento.
reír, ponerse seria
reguntó al final Mariana, agachándose un poco, sin p
el escritorio. Pero cuando insultan a
do en su silla, deseando q
or, vuelve a t
i papá, yo tampoco vuelvo -declar
o recuperar su postura de jefa-. No s
a tu amigo! -dijo Abby, estirando las pala
na risa leve y
teatral-. Perdón por compararlo con una tortuga en
nrisa torcida, aún sin s
os bie
esó al escritorio, pero no sin
esta vez
mi peque
ap
¿
da... ¿Puedo llevar una almo
no se borraba de su rostro. Siempre había amado demasiado a lo
. mi mamá murió cuando yo nací -respondió la niña con una voz suave
ó una mano al pecho, como si las palabra
inua