entir una extraña incomodidad, como si de repente todo el aire en la habitación se volviera más denso. Ella era un enigma, una piez
paso estaba medido, como si estuviera consciente del poder que emanaba de cada uno de sus movimientos. Alejandro la observaba con desco
nsión en su voz. Aunque su tono fue firme, no podía evitar la sensació
s ojos no había rastro de amabilidad. Era una sonrisa fría, ca
n sencillo como crees -respondió, y sus palabras
vasiva de Carmen. -¿Qué quieres decir con eso? ¿Por
comodidad, ni siquiera ante la evidente rabia de Aleja
odo. No solo tu empresa, Alejandro. La fundación, tus inversiones, tus relaciones... todo
o en control de todo lo que sucedía a su alrededor, pero en ese momento, frente a Carmen, sentía que las piezas de su vida esta
oz baja, casi como si lo dijera consigo mismo. -¿Tú sabe
ón sobre Alejandro. Él la observaba, esperando alguna respuesta, alguna
atrás, separándose de su escrit
oda una red, una red que ha estado creciendo a tu alrededor, y tú has
o dijiste antes? -preguntó Alejandro, sus
evaluando si debía confiarle más detalles.
es lo que está pasando dentro de tu empresa. No soy la única que sabe lo que está en juego aquí, Alejandro, y hay
algo en el tono de Carmen lo detuvo. No era solo una advertencia, sino una declaración de gu
te, sintiendo cómo el miedo comenzaba a infiltrar
ra por completo. El suspenso llenaba la habitación, cada segundo se estiraba como
so a tus secretos más oscuros, alguien que te ha estado manipulando desde las sombras. Pero, aún no e
cercano pudiera estar involucrado en todo esto lo desestabilizó. Sabía que sus colaboradores más cercanos no era
eguntó Alejandro, ya cansad
ente, su expresión a
aquí dentro, ni siquiera en los más cercanos a ti. Si sigues buscando por tu cuen
rado en años de trabajo, podría desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos si no tomaba las decisiones correctas. Pero la duda comenzab
segundos de incertidumbre, A
opones q
a tocar sus ojos. Era una sonrisa peligrosa, una sonrisa que le tr
ado, Alejandro. Las reglas de este juego no so
a de preguntas y su corazón marcado por la incertidumbre. Alejandro sabía que ya no podía confiar
las sombras, alguien