illo olía a olivos y a d
entras un charco de sangre se extendía bajo nosotro
do, sus ojos azules rebosantes de un veneno que congelaba la sangr
cusándome, mientras consolaban a la verdadera asesina, Scarlett, de
n busca de heridas inexistentes, mientras La Matriarca me lanzaba una mirad
la injusticia, la traición y el dolor insoportable de ser culpada por
ientre y una voz resonó en mi mente: «Divina Gestación activada. Reza a la Sant
preciada, usará este don para darles