lo. El sol apenas se asomaba sobre las montañas, pero l
curiosidad. El hijo de Don Alejandro, el heredero del imperio del tequila,
estaba contratando gente p
o trabajo
iéndome. Una sonrisa burlo
mpo? No durarías ni u
or la opor
aló un surco interminab
sol me quemaba la piel y las manos, suaves y
con una eficiencia rítmica, mi
ieron, esta vez co
cipito jugando
e ríe desde
ue puede
. Cada jitomate que recogía era un pa
pagó. Una miseria. Mucho menos
ncogiéndose de hombros. "Vuelve mañan
n de mi padre. Pagarme
con el cuerpo dolorido. Pasé por la cocina. Mi ma
Para ellos, y
té el dinero. No era s
ecesitaría mese
nzó a instalar