en el vestuario, el olor a césped
tienes que
sarcasmo que apenas disimulaba, so
sa? ¿Es l
trado a robar en la fi
en un zumbido lejano, sentí un frío helado recorrer mi espalda, y el dolor crónic
para a
Alejandro, el presidente del club, me vio sa
? ¿Qué o
Sof
, una mirada de comprensión y pre
ub se encar
, la finca, que debía ser el escenario de nuestra boda en dos días, estaba invadida por la policía. Encontré a Sofía e
bracé, sintiendo su cue
r, estoy
lozó en
n dos, me golpearon... querí
r en su mejilla. La culpa me devoró. Yo debería haber esta
pa. Lo sien
nos de un reproche silencios
estaba en el sue
te a Sofía, toman
dejaré que estos monstruos nos quiten eso. Te juro que pasaré
us ojos llenos de lágrim
mo, Ma
yo a
lo único real, una promesa incondic
maginar, Sofía me dio la noticia. Estábamos en nuestra casa de Madrid,
estoy emb
se abría bajo mis pies. Era imposible. Una lesión de juventud, confirmada por los mejores médicos del país, me h
temblando en mis brazos en la finca, el terror en su voz. Había sufrido suficiente. Este
una so
noticia del mu
e no viera la tormenta que se desataba en mi interior. Sería mi
casa, cómoda y silenciosa, hast
la rodilla me dio la excusa perfecta para escapar. La casa estaba en sile
voces provenientes de nuestro dormito
lo ha tragado? ¿
mi hermano, ca
decible. Cree que es su deber proteger
como un cristal rom
estaba asegurada. Y ahora, con el bebé en ca
nco años llevamos rién
no será más que nuestro cajero automático personal. Se de
olor en mi rodilla se volvió agudo, insoportable, un eco del dolor que me
. Era el hijo
rabia, solo un vacío helado. La ilusión se había roto,
ubido, y salí de la casa que ya no era mi hogar. Caminé sin rumbo, hast
andro. Cuando me abrió, deb
ijo, ¿qué
ación, el embarazo, los cinco años de mentiras. Él escuch
me puso una ma
quieres
secos, mi decisión tan fr
do. Y quiero aceptar esa oferta del
ro asintió
Mateo, la justicia t
ndí. "Y la mía