blo se
tra tierra sagrada, había puesto sus ojos en nosotros.
ncia de muerte. Una maldición ancestral nos ataba a ella; si pasábamos m
e a la Ciud
e que podía ayudarn
tas esferas del poder. Y mi amor de la infancia. El hombre que a
oscuros y profundos, se clavaron en mí desde el otro lado de la sala. Vi un dest
e un susurro ásper
necesito
dibujó en sus labios. "¿Ayuda
e te ayudaré", siseó, arrastrándome fuera de la gale
iudad, me di cuenta de mi error. No había venido a busca
al del salón, sus manos en mi cuel
án mis padr
de siempre, un eco dolo
mo. Te lo he di
gente se los llevó. Los secuestraron. Y tú vas a deci
os. Un beso desesperado, lleno de furia y de una extraña añoranza. Por un instante, el Máximo que yo
traición a mi promesa,
omo llegó. Me apartó con brusquedad, s
las palabras. "Esto es solo el principi
s años encerrada en una jaula d
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