r la ventana, débil y gris. Mi brazo dolía, la herida cubierta con una costra
í de la habitación y la encontré en la sala principal. Scarlett estaba sentada en un silló
me ordenó, sin apa
te, lenta y confusa, asumió que la comida era para ella.
nado, hierbas especiales y una pizca de mi propia sangre para for
a, su rostro se contra
seó. "¿Crees que le
ó a M
repárale algo normal. Huevos,
a cara. Para ella, él era "gente" . Yo, su donante de pacto, el que la man
os temblaban mientras rompía los huevos en una sartén. El olor a com
sangre seca en el suelo y luego la herida en mi brazo. Por un instante
voz un poco más suave. "La próxima
rtal. Asentí, porque era lo que siempre hacía. Pero por dentro, la
"próxima vez"

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