intentó imitarme, pero n
familia de mi marido Javier, las despreciables imitac
Jaén que tuvo suerte de casarse con su hijo, l
il, un traje de flamenca diseñado con el alma, Rocío apareci
mi cuñado me exigió que me quitara el vestido, y mi marido, Ja
aban y nadie movía un dedo por mí, acep
ación y sentí la sangre hervir, la in
s risas desde mi cuarto, supe qu
uerra que yo misma iba a planear para r