e los solteros más codiciados de la Ciudad de México. Me insistió que eligiera a A
r. En la víspera de nuestra boda, Alejandro fingió
o vivo y coleando en una playa, riendo con la estudiante b
gos -los mismos hombres que había
e al océano y observaron desde
real. Mi rival de la infancia, Damián Fierro, gritaba mi nombre mientras lo con
tes de la gran decisión. Esta vez, cuando mi madre me pidió que eligiera a Alejandro,
ítu
tu cumpleaños, Azalea. Ya
té, con los ojos fijos en mí desde el
use de Polanco, pero yo no sentía nada de su calor. Est
a pero firme-. Alejandro, Ricardo, Darío,
or mi cuerpo, un marcado contraste con la lujosa habitación. Era un
jet privado se "estrelló" sin supervivientes. Pasé años como la prometida en duelo, una mujer rota aferrada a un fantasma, mientras sus amigos -Ricardo Lamas,
oleada con Isabel Becerra, la brillante estudiante sin recursos que yo misma había apadrinado. Incluso tenían un hijo. Cuando los confronté, su
vando desde el muelle mientras me ahogaba. Solo una persona había mostrado una emoción real. Damián Fierro, mi rival de la infancia, me había se
le, no fue mi último capítul
-preguntó mi madre, s
mi bienintencionada madre, tan atrap
-dije. Mi voz era tranquil
nrió, a
Alejandro? Su madr
N
risa v
do, entonce
N
taza de té con
no Damián? -Su voz era una mezcla de incredulidad y frustración
marga sonrisa t
o se parece en n
amente, su rostro pá
estar habla
rodeada de víboras. Ignoré a la única persona cuyos sen
-dije-. Está en Europa p
asintió,
-le ordené-. Dile que regrese. Dile qu
de la Vega-Kuri, era una orden que no podía ignora
.. Aza
tono no dejaba
za en mis ojos que nunca antes había visto. Final
ien. Lo
lejandro y yo sonriendo en una gala de beneficencia. Sin pensarlo dos veces, la arrojé a
n com
me, pero me detuve al o
amián Fierro? Eso es una lo
-respondió Darío-. Siempre ha amad
a sombra del um
. Quiere terminar con esto para poder obtener los bienes raíc
Estaba sucediendo de n
tró en su ca
ionada conmigo. Un pequeño berrinch
tro cambió de inmediato, la fría ambición re
ida. Justo ha
hombres que una vez creí que eran mi mundo. A
? -preguntó Alejandro, acercándo
grandes ojos fingiendo inocencia. Los mismos ojos que me vería
, señor del Monte! -e
ndola un poco más de lo necesar
reocupes
a enfurecido. Ahora, no sentía nada. Solo l
o junto a la alberca -dijo A
a del rooftop. Los cuatro, y
-preguntó Alejandro, su tono ligero, pero s
í. Solo mi
dentalmente" de nuevo, esta vez lanzándose h
os! -c
rrastrándome con ella
frío me res
leé, mi vestid
y Javier lanzarse. Pasaron nadando just
z de Alejandro estaba llena
lmones. Estaba sucediendo de nuevo. El recuerdo y
an dejan
scuridad amenazara con consumirme fue el rost
que llorara solo. Est