vista d
mega y le ofreceré todo mi apoyo -dije, mi v
ó, una sonrisa
n bruto llamado Marco, se adel
gar, Omega. Ya nos estábamos cansando de ve
se rió en
el Enlace Mental durante la caza de la Luna d
a toda la manada. Hace unas semanas, lo habrían logrado. Me h
piedras arrojadas a un pozo sin
su silencio un claro respaldo a su crueldad. En ese momento, lo entendí. Cualquier amabilidad que me hubiera mostrado, cualquier tole
bida fuerte, tomando el vaso él mismo. Cortó su porción del jabalí asado, asegurándose de que fuera el trozo
cón tranquilo. Tenía un vaso de jugo en l
ás bien -dijo, su voz un suave ron
espo
risa s
o a un susurro-. Sobre nuestro plan. Sé que l
é a lo
qué está
aroma a flores silvestr
conmigo, Omega. Escu
s de alarma. Miré hacia arriba. Muy por encima, el enorme candelabro central, una monstruosi
. Tenía
ndo en picada hacia el suelo
s, tomaron el control. En un borrón de movimiento, se abalanzó. No hacia mí. Pasó a mi lado como un misil vestido de negro de puro
uiera
ó en una sinfonía de cristales rotos y dolor cegador. El peso del
ego frío atravesando carne y hueso, suprimiendo las habilidades curativas naturale
afina, sus manos recorrían su cuerpo frenéticamente, su voz un susurro desesperado e
e su verdadera compañera se desangraba en
antisépticas y sangre. Mi hermano, Román, estaba sentado junto
uando vio que mis ojos estaban abiertos-. Deber
do y punzante irradiaba de ella. La Sanadora había hecho lo
mano en el brazo. Mi propia vo
a los ojos preocupados-. Esta vez
a conf
aje silencioso a través del Enlace Mental al ce
salto por el portal en diez d
edaba nada para mí
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