s poderoso de Culiacán. Éramos la pareja del momento, una obra de arte cu
sario, cuando un celular desechable se iluminó con la fo
Me mentía en la cara sobre "emergencias del trabajo" mientras ella comenzaba una campaña de terror, enviándome fotos de ellos junt
egla para la esposa de un jefe. Pero todo el dolor se va
se había reído una vez, su voz goteando condescendencia. "Todo lo que
que era
apuesta", h
nza para vaciar nuestra mansión, borrando cada rastro de mi existencia. Me fui para siempre, no sin antes dejar dos regalos sobre el col
ítu
vista d
desechable que no era mío se iluminó con la foto d
confundir ese muslo. Conocía la forma en que la tela de sus pantalones de lino hechos a la medida se tensaba sobre el músculo. Conocía el r
de la familia Moreno, un hombre que controlaba corporaciones legítimas y el bajo mundo de la ciudad con la misma autoridad escalofriante. Yo era su ancla, su esposa her
rojo vulgar y barato. Pero fue la pulsera lo que me cortó la respiració
a Má
administrat
ngelado. Mi corazón martilleaba contra mis costillas, un pájaro frenético y atrapado. Quería
no lo
la primera regla de la ley del silencio, aplicada no solo a los nego
, cada sonrisa compartida a través de una habitación llena de gente, c
ta mi pequeña oficina en casa, el único espacio en esta opulenta mansión que era verdaderamente m
ud de cambi
con man
ual: Isabe
puesto: Is
nombre que era mío antes de
del Registro Civil me miró con oj
onales", dije
a borrar el apellido Moreno de mi identidad. Seis a ocho semanas para preparar mi verdadera res
l poder y el éxito, su traje oscuro impecable, su sonrisa
dijo, su voz un murmullo gra
o mis oídos. Las palabras estaban huecas,
llar de diamantes, frío y pesado
en el sótano. Me quité mi anillo de bodas, el pesado símbolo de oro de nuestra
o del para siempre, comenzaba a deformarse. Se ablandó, perdió su
. Era una masa grotesca y deforme. Un
equeña bolsa de seda y la puse
ra y a algo más. Algo barato y floral. El perfume de e
o buscando mi cintura. Un rasguño, delgado y
erte, tan visceral, que se sentía como veneno en
riscos en mal estado en el a
una máscara perfecta. "¿Mariscos?