e cortó la mejill
con la voz ahogada, pero su espo
amor de Dios, es
co. Luego,
ecámara principal. El calendario marcaba tres meses después de su
junto a la ventana
esta noche s
scurecido la primera vida de Amelia. El dolor familiar e
había entregado a Ethan una devo
infidelidades, su abuso emocional,
catura, ridiculizada por el círculo de Ethan
a, era una píldora amarga. Su corazón, antes roto, ahora n
las cenizas de Leonor, y Ethan, sin dudarlo, emp
una ver
de Amelia daba vueltas por el impacto
e entregó una pequeña caja de terciopelo en su pentho
De. Mi. Vida. Para. Siempre
cido para
ítu
nilla del copiloto le cortó
ijo con la voz ahogada, las manos te
stola se rio, un s
ú, pr
e ella. Sus dedos encontraron su teléfo
ada se
, ayúd
nta -espetó Ethan de la Torre, su esposo dura
por favor,
cabeza. El teléfon
uri
, un dolor abrasador y
útil, Amelia. ¿No pu
melia se abri
tado de su coche, sino en la opulenta y sof
les por las cortinas de seda.
va. Había
n el buró decía
. Tres meses dentro del infie
sa con el olor fantasma de
o una segunda
ventana, con el teléfono pegado
ándose, un tono que Amelia había anhelado y nunca recibido-. Yo
er que realmente amaba. La mujer que había sido un
dolor en su pecho, rápidamente d
vez
entemente firme, ronca por el desuso
lestia clara en s
a? ¿No ves que est
e. Los recuerdos de su muerte, de su indiferenc
cartó, volviéndose
lia, su voz ganando fuer
nido corto y burlón
Amelia. ¿Qué es esto, otro de tus
expresión una mezcla d
e mataría. Y además -se inclinó, su v
a, todo era igual. Pero
u mirada sin pestañear-. Esto n
e la cama, ignorando el t
léfono -el teléfono de esta vida- y
-dijo al teléfono, su voz clara y profesional-. Es sobre un acuerdo
n desvaneciéndose, reemplazada
lg
erme est
melia había amado a Ethan de la Torre con
dades, su abuso emocional, todo con la patética espe
a que Leonor de la Torre, su formidable
tado su matrimonio, atando el acceso de Eth
mano de Leonor en la suya
iña. Tienes una fu
Lo había intentado. Dios
Montes era una herida
desde el principio, una ví
ica en eventos que se esperaba que Amelia organizara, dejánd
r por el tiempo de Ethan, suplicándole que no vie
ía como una victoria, cada p
mas, crisis públicas que solo solidificaban la nar
vía amaba
ica por una habitación, la forma en que su voz se suavizaba cuan
la para ambos, había sido el últ
tranquila y los talentos artísticos de Amelia como un
veía a Amelia como un o
ela, ni a Amelia, por la vida
quier migaja de la atención de Ethan, Ame
, comprado ropa que odiaba pero que pensaba que él admiraría,
adera pasión, se
mociones un péndulo que se bala
de amabilidad -generalmente cuando quería algo-, ella se aferraba
igadas por las sutiles indirectas de Jessica y la defensa inmedia
da y escalofriante
y autodestructivo que había se
en ese coche, escuch
eco hueco, un tejido c
spirando por un hombre incapaz de amarla, un
para Ethan, que ahora la miraba con una expresión extrañ
mbre
avía estaba procesando
u lado, con la
con un traje impecab
a Torre? Soy
favor, pase -dijo Amel
l, muy consciente de que Ethan la s
ndió los documentos sobre
dar. División de bienes, clá
pluma. Su man
z teñida de incredulidad y un
d estás ha
peles, sus ojos escan
rte? -se burló, pero el sonido c
con un trazo vic
ando te des cuenta del error que has co
nte, el familiar des
una pequeña sonrisa genuina
Lo único que lamento es no hab
empacando. No solo ro
. Desap
traría. Esta v
Garza, reclamando la ide