olor a antiséptico me picaba en la nariz. Un dolor sordo palpita
ntilé hasta que me desmayé. No llamó a una ambulancia. Llamó a su médico privado, el que rece
a de pie junto a la ventana. "¿Señora Garza?
llenos de una lás
que lo firmara", dijo, colocando un delgado archivo e
he anterior. Solo unos papeles
a una pila de documentos, densos en jerga legal.
citud de
estras firmas. Debajo había otro documento, un poder notarial, que le daba c
lararía mentalmente incompetente, s
as las pestañas amarilla
n su poder, en su capacidad para hacer que la gente hiciera lo que él quería. No se habría molesta
irme, "mi esposo y yo hablamos de esto. Se s
ado la solicit
latiéndome con fuerza. "Dijo que s
r un momento, pero luego a
eta Morales de Garza. Firmé. Luego
ita firmarlo", di
ardo, en su prisa y arrogancia, solo había llenado los detalles. Aún no había firmado
usto después de que yo firmara", me
Sacó su teléfono. Unos minutos después, una firma electrónica d
ora era legalme
a Garza", dijo Sara, recogiendo los papeles. D
na pequeña victoria, una pequeña griet
casa, sino al pequeño jardín comunitario que mi madre había cuidado durante
e vacío. "Siento mucho no haber podi
mesa. "Haré que pagu
rado. Si el mundo pensaba que era inestable, si Gerardo q
i propia
acreditarme, internarme, y nadie me creería. Pero si estaba muerta, era un fantasm
eva vida, lanzaría mi venganza. Me convertiría en la pesadilla
a estaba en silencio, pero podía oír ris
fría sala de estar con
llevaba una de mis batas de seda, bebiendo una mimosa. Gerardo se reía de algo qu
y me vio. La sonr
a", dijo, un destello
jugando en sus labios. "Ay, querida, te ves simplemente horr
uí, Gerardo?", pre
juicio", dijo con suavidad. "La invité a queda
"¿De celebrar haberse salido con
lmente. "Gerardo,
rpo bloqueando mi vista de ella. "Ya es sufi
iculares. Es alérgica al gluten, a la lactosa, y solo bebe agua Fiji a exactamente
denando, que cocinara y sirviera a la mujer que h
arrogancia de ello e
do en serio", dije, mi
paciente regañando a una niña difícil. "Necesitamos mantener content
una risa amarga escap
os suéteres de cachemira, ligeramente desgastado. Un su
á un poco pasado de moda, ¿no crees?". M
ta de la empresa. Gerardo se había puesto delante de mí, me rodeó la cintura con su brazo
zados y dejaba que esta mujer m
que el plan funcionara, tenía que aguantar. Tenía que int
dormir, que la casa era "espeluznante". Fue a l
siado ansioso
la habitación de invitado
s muy sensible. Se siente más cómoda en la rec
er a Keyla apoyada en el marco de la puerta de la recámara principal. Me mi
voz desprovista de emoc
"Después de todo", agregué, deteniéndome en la puer
mbiaba dentro de mí. No era solo el amor lo que había muerto. Era la esperanza. La última, estúpida y
en su lugar ha
do con él. Absolut