lujo, sino una celda móvil que la transportaba de vuelta a la cruda realidad, pero cargada con el peso de una promesa monstruosa. Robert Tho
que desalojar su actual residencia antes de las 48 horas. Un equipo de mudanzas se
ito financiero daban paso a los edificios más modestos de su vecindario. Cada bloque que pasab
-logró pregunt
ó Thorne sin levantar la vista-. Pero no podrá llevarlas a la
or Vance. Las palabra
ales, historia familiar de los Vance, gustos y aversiones del señor Vance, respuestas pr
dad del ápice de Vance fue tan brutal que le faltó el aire. Aquí estaba su vida, condensada en 40 metros cuadrados: los planos enrollados en un rincón, los libros de diseño ap
dente. Abrió su bolso con manos temblorosas y sacó la copia del contrato que Thorne le había entregado. Las c
ica durante la vigencia del contrato. Toda fotografía, interacción social y aparici
d designada por la Parte A y a no ausentarse de ella por más de
o percibido, constituirá una violación grave y supondrá la terminación
posición Emocional", que detallaba con precisión quirúrgica la prohibición de desarrollar "apego emocional, dependenci
ltó. -¡Olivia! ¡Abre, sé que estás ah
bría paralizado. Ahora, una fría y nueva determinación se abrió paso a
n la misma sonrisa desagradab
a, y la palabra
desvaneció. -¿Qué qui
niendo la voz sorprendentemente serena-. Ni a usted n
crédula. -¿Saldada? ¿Con qué
por la invisible pero omnipresente sombra de Alexander Vance-. Recibirá una notificaci
fusión y luego a una rabia impotente. -¿Abogado
erta lentamente en su cara, el golpe de la ma
ra valentía, lo sabía. Era el reflejo prestado de un poder que no
nte vestidas llegó a su puerta. Empacaron toda su vida en cajas de cartón reforzado con u
recogido en un moño severo-. El señor Thorne nos ha encargado que la llevemos d
alejaba de su edificio por última vez. No miraba hacia atrás. No podía permitirse el
cia del despacho de Vance, aquí había un intento de calidez: muebles de líneas limpias, pero en maderas cálidas, obras de arte abstractas en tonos tierra, alf
ñorita Green. Soy Eleanor, la ama de llaves. El señor Vance ha indicado que debe familiarizarse con la casa.
o. Incluso en su propia prisi
colección de ropa de diseñador, todas etiquetadas con su talla exacta. Nada de
ía un dosier grueso. La portada decía: "Manual de Conduct
unstancia debe contradecir
tamente necesario para mantener las apariencias. La
ia Vance ahora. Una historiadora del arte de famil
de naranja y púrpura los rascacielos del otro lado del parque. En algún lugar de esta misma ciudad, Alexander Vance seguía con su vid
dedor del cual giraba su existencia. Una existen
ujer que le devolvía la mirada tenía su rostro, pero la ropa, la postura, la vida... todo era ajeno. Oliv
lara, resonó en el silenci
usurró par
estaba a punt

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