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, y mi corazón fue el precio. Llevaba una libreta, restando puntos cada vez que él la elegía a e
atropelló. Desperté en urgencias, sangrando, solo para escuchar a una enfermera gritar q
or salvarme, pusieron a mi esposo en
ará ni una sola gota de la sangre de reserva hasta que
. Más tarde supe que Isabela solo había sufrido un rasguño s
y algo dentro de mí se rompió, de forma li
do la cuenta a cero. Firmé los papeles de divorcio que ya tenía pre
ítu
ía
da esté salda
os. Ese era el valor que le había puesto a mi matrimonio con Dante Garza. Por cada trai
a fuerza gravitacional que absorbía todo el aire a su alrededor. Era el Don indiscutible del Cártel de la Sierra, un hombre que comandaba
es de tormenta, se posaron en
a de calidez, el mismo tono que usaba con s
. Un escalofrío que no pude controlar recorrió mi brazo. Pasó las páginas,
vento público- para volar al lado de Isabel
a con un solo sicario porque Isabela
los Garza, distraído por una llamada de el
en una leve mueca de desdén. Me lo de
a de mi estudio, Sofía. Aquí es don
bela porque una vez lo admiró en una revista. Una foto enmarcada de ella en la cubierta de su yate, riendo. Un pequeño rel
sonó, un sonido áspero y exigen
ué
ga en Apodaca. Está en llamas. Un regalo de Los Osorio. Isabel
do en una máscara de furia fría y aterradora. Agarró las llaves del escritorio,
. Tomé un taxi, viendo cómo su camioneta blindada se pasaba una
ndo el cielo nocturno. Los bomberos y sus propios hom
ligroso, Jefe! ¡N
voz un rugido bajo que se escuchó por encima del caos. -Si Is
ció, tragado p
us expresiones una mezcl
, con un tono que no buscaba ser cruel-. Constru
a. -Ella es su reina
ecordándome mi lugar. La esposa de
baba de enterarse de que Isabela, su primer y único amor, se había casado con un civil, un hombre fuera de su mundo. Un Don necesitaba una esposa. Mi pad
asó conmigo porque su reina
sabela inconsciente en sus brazos, su traje humeante, su rostro ennegrecido po
za controlada por los Garza
s brazos, pero vivirá. La señorita Montes está per
me el apellido Garza, el poder, la riqueza. C
a perfecta y educada
a, entré en el estudio que se sentía más como la
ras escribía la nueva anot
cinco p

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