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Historia

Capítulo 2

Palabras:1123    |    Actualizado en: 07/11/2025

ista de El

a habitación

ista etérea se hizo añicos. Su rostro se puso blanco como el papel y se escondió detrá

¡Haz algo! -chilló, su v

plazada por una quietud escalofriante. Vi algo parpadear en sus ojos, no miedo, sino un destel

í, con las manos levantad

o hagamos un dram

y firme, aunque mi corazón martilleaba con

su tono engañosamente tranqu

no de una oleada de rabia pura e inalterada. Incluso ahora. Incluso

humor escapó

? Emiliano, ell

a década, no aparté la vista. Dejé que viera todos los año

omar la última pieza de mi padre, la única cosa en este mundo que signif

nido teatral y entrecortado di

ol... ¡dijiste que era solo un bloque de repuest

stura de él. Su rostro se endureció, el últim

Esto ha ido demasiado lejos. Es solo una maldit

maldita

lo había dado todo, siempre decía. Una casa hermosa, crédito ilimitado, una vida

Había pasado las manos por la superficie fría y lisa, sus ojos brillantes de visi

Él había estado all

acuerdas, ¿verdad? -pregu

e toda la confirmación que necesité. Vio la resolución en mis oj

con la cabeza al guardia de seguridad q

stal

ón. Un dolor abrasador, al rojo vivo, explotó en mi hombro. Mi b

llas cediendo, un gemido de a

. Me empujó con fuerza, enviándome al suelo, y se refugió e

entó matarme! ¡

visión nublada. Impulsada por una furia primitiva, me lancé hacia adelante, no h

olor esta vez, y sentí una em

ia al ver un rasguño en la mejilla perfecta de Isla. Me apa

s ardiendo con un odio tan pr

rostro, que una vez fue la fuente de toda mi alegría, ahora estaba torcido en una grotesca máscara de rabi

ras sabiendo a sangre y cenizas-. Juro por la tumba de mi pa

me. Ya estaba en su tel

Isla! Y tú -escupió, señalándome con un dedo

dis

portable, una agonía cegadora y absorbente qu

a de toda emoción-. Enciérrenla. Y bajo ninguna circuns

El dolor irradiaba de mi hombro y mi pierna, una sinfonía de tormento. Me arra

ltima vez. Emiliano estaba arrodillado junto a Isla, acariciando suavem

en la oscuridad absoluta. El olor a tierra húmeda y descomposición llenó

nuevas oleadas de tormento a través de mí. En la negrura, recordé las últimas palabras de mi p

tintor. Había esperado a que el niño se con

arco de mi propia sangre

a había

quedab

tiene nada que perd

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