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Historia

Capítulo 3

Palabras:1203    |    Actualizado en: 07/11/2025

ista de El

na mancha borrosa en la sof

el dolor incesante y punzante. Mi hombro y mi pierna estaban en llamas. Las heridas, sin tratar, habían comenzado a i

cuando la pesada puerta chirrió al abrirse,

allí, recortado

e y oscura barba en su mandíbula y las sombras de agotamiento bajo sus ojo

mandíbula tensarse, su ceño fruncirse mientras asimilaba mi estado. V

ena? -dijo, su voz áspera por el agotamient

rás de él, y se arrodilló a mi lado. Tenía

n-. El rasguño fue superficial. Pero la conmoción... los méd

into primario de autoconservación superando la agonía que me causaba. El movimiento repentin

respiración en el pequeño y húmedo espacio. No dijo nada, simplemente destapó una botella de ant

pero no era nada comparado co

con voz ronca, mi

antó l

olver

padre. La escultu

uvieron. Cuando finalmente me mi

Tus celos por Isla son patéticos. Deberías estar

Él fue quien me disparó, quien me dejó pudrirme

contra la áspera pared de concreto, y señalé con un dedo tembloroso hacia donde yacía el arrugado acuerdo de divorcio en

ontrajo en un

¿Después de lo que hici

oz quebrándose-. ¡Solo quiero lo q

empapados de sangre al suelo-. ¿Sabes cuánto te he dado? ¡Esta casa, los autos, l

Realmente no lo veía. No podía comprend

a de mi padre para mí -dije, mi voz bajando

llo de algo -¿culpa? ¿fast

tá aquí, a mi lado. Te comportarás, serás cortés y no mo

que me viera, que recordara a la mujer que había construido este reino con él, no solo para él. Había

idad. Había estado es

pie, apoyándome pesadamente en la pared húmeda. Cojeé hacia

e-. ¿Tienes miedo? ¿Miedo de que sin mí, el gran Emiliano

el blanco. Su rostr

neas todas las noches? Te volviste hacia mí y dijiste: "Elena, somos socios. Cincuenta y cincuenta. Todo lo que tengo es tuyo". Incluso firmaste un a

puso pálido

ro despiadado-: "Si alguna vez te t

perficial y rápida. Abrió la boca pa

se abrió de nuevo. Un hombre con una bata b

orita Ferrer está despi

ombre. Miró del médico a mí, sus ojos llenos de un fastidio famil

io, moliendo el papel contra la tierra co

z un gruñido bajo-. Compórta

ara irse, pero se

que se muera en mi propieda

o una mezcla de conmoción y piedad a

bala todavía está adentro. Si no la sacamos pronto, podría

us hombros tensarse. Miró hacia atrás, sus ojos encontr

na palabra, se dio

ido de la cerradura encajando en su lugar re

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