Instalar App
Historia

Capítulo 4

Palabras:964    |    Actualizado en: 07/11/2025

ista de El

nal indiferencia, sus rostros cuidadosamente inexpresivos. Sacaron la bala, cosieron mis heridas y me pusieron un pesado yeso en

ouses al otro lado de la ciudad, una joya preciosa q

ancla durante una década se había ido, dejando atrás una fría y dura resolución.

y empezaría de nuevo. Pero primero, había una última cosa que necesitaba hacer. Tenía que ver a Isla. T

e los guardias me habían devuelto, vibró

de la avenida Masary

llí, sentada en una mesa apartada. Parecía pálida, pero sus ojos tenían un brillo petulante y triunfante. La másc

o de ultrasonido granulada sobre la mesa-. Emiliano está extasiado. Ya me prome

su rostro petulante, y una lenta y can

¿verdad? -dije, mi voz tranquila-. Solo un

onrojó de un r

con la que estaba atrapado. Dijo que tienes las manos sucias, que le das asco. ¡Me dij

o. Un dolor familiar floreció en mi pecho, el fantasma de un amor muerto hace mucho tiempo. Todos los sacrificios, todas las decisio

su amor -dije, mi voz plana y sin

elante, mis ojos cl

cosa. La escult

Una sonrisa cruel y bu

ano mandó a hacer? Fue un gesto dulce, pero no es realmente mi est

ando un sorbo l

. Un símbolo de que me ha elegido a mí po

sobre la mesa, mi mano buscando la escultura que ell

áme

ia atrás. El movimiento fue calculado. Mi pierna herid

íquido oscuro, casi negro, goteó de la comisura de su boca. Se agarr

, su rostro contor

elada por la conmoción

pió, flanqueado por dos de sus imponentes guardaespa

ntes apresurados por su equipo de seguridad

suelo, gimiendo de agonía. Me vio a mí, despatarrada en medio del desastre de sill

nvenenó... -sollozó Isla, seña

corazón, que pensé que ya se había convertido en pied

do directamente en su tram

xamen superficial, miró a

r Cárdenas. La señorita Ferrer está en estado c

acada en u

n silencio. Sol

arganta. Por supuesto que no me creería. Ya me había

beza, mi voz un

o hice,

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY