ÍA
znido ronco e incrédulo-. ¿Quieres que m
decencia de ap
ía. Dijeron que sanaría rápida
dido cuando prefería la compañía de ella a la mía. Había entendido ser abandonada en una ladera. ¿Pero
ia, caliente y po
é, mi voz quebrá
che, haciendo que una jarra de ag
meció, su mand
fía
fermera desde la puerta-.
zcla de frustración e impaciencia,
illo sustituto para una esposa sustituta. Con una risa amarga que se convirtió en un sollozo, me lo quité del dedo y
es, visitas breves y superficiales llenas de disculpas
n el pasillo. Escuché mi no
ene las costillas rotas, para sentarse con
tá embarazada. Dicen que
rza. Qué matrimo
palabras una nueva
ando en la entrada principal. Tomó mi bolso,
-dijo, su voz anormalmente suave-. La
o a él y me subí al as
perando. Era un hombre formidable, su rostro grabado con las líneas del poder y la tradic
as sufrido -dijo, su
ió haci
preocupado por Valeria, ya sabes
o excusas por
jo cajas de regalos caros. Era un
agnífico collar de diamantes, una pieza famosa conocida como "La Estrella de
hó alrededo
rme. Miró significativamente por encima de mi hombro hacia el pasill
co. Murmuró una excusa sobre sent
pero una mirada aguda de s
ntía como una jaula dorada. Sabía lo que tenía que hace
ta del estudio, escuché sus vo
exigió Mateo-. ¡Pertenece a la ma
era como una piedra-. Solo reconozco a Sofía como
ra tensa, desesperada-. ¡Mi acta de matrimonio con So
trozo de papel que había ate
ón, rebusqué en mi caja fuerte hasta que la encontré. El acta de matrimonio. Mis manos temblaban mientras la desdoblaba. Y ahí estab
a. Era su amant
to e histérico que s
criada me estaba sacudiendo para
ofía! ¡Ven
a la Estrella de los Garza, su cadena rota, los diamantes esparcidos.
eñaló con un d
gritó-. ¡He trabajado para esta famili
de Don Armando
¿hicis
rincón. En su mano, sostenía una fotografía. Una foto de mis frágiles y
boca. Mi voz f
Yo lo
ando era un muro de
ofía. Te quedarás en tu habitaci

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