proyectaban sombras largas y distorsionadas, haciendo que los alrededores familiares se sintieran extraños y amenazantes. Saqué mi teléfono de
de que mi vuelo despegara de Reikiavik. 'Aterrizo 10:30 PM hora
estaba lleno. Luego intenté el número de Krystal, solo para asegurarme. También se fue dir
enzó a filtrarse a través de mi chaqueta ligera, y un escalofrío recorrió mi espalda. El ú
e desolada. El conductor, un hombre corpulento con un cuello grueso y ojos que parecían
ctura. Me dolía la cabeza, un latido sordo detrás de mis ojos. Me apoyé contra la ventana, tratando de desca
artilleaba contra mis costillas, un pájaro frenético atrapado en una jaula. Ya no estábamos en el Periférico. El taxi se había desvi
é, mi voz apenas un susurr
sor, sus labios torciéndose en algo que no
ulgar voló al contacto de Ricardo, el marcado rápido de emergencia que había configu
risas y el tintineo distintivo de copas. Se m
, susurré,
, arrastró las palabras una mujer. E
e hombre. "¡Ricardo, cuéntales sobre la residencia! ¡El Dr. Blackburn,
teléfono, era asquerosamente cariñosa. "Solo un pequeño avance p
sonido que me erizó la piel. "Ricardo, cuéntales lo que
me revolviera el estómago. "Excepto unas vacaciones a las Maldivas. Estamos trabajando demasiado
una residente. "¡Lejos de todo el estrés! Suena di
r mi equipo favori
rotegida favorita?", br
ulia, espero que no estés escuchando todas e
a sabía que yo estaba en
ente dulce, "tengo que irme. El Dr. Blackburn es
ortó. Krystal
ntra mi boca, tratando de ahogar el sonido de mi bilis subiendo.
n el espejo retrovisor. Su rostro estaba oscurecido
ntó, su voz áspera. "¿O quizás ha
n. "No", dije, mi voz temblando ligeramente. "Solo lléveme
nterrumpió, sus ojos todavía fijos en lo
o me estaba llevando a casa. Me estaba
nté, mi voz sorpr
. No discutí. Simplemente saqué mi cartera, mis mano
un farol distante. Mi mano no dudó. Le arrojé el dinero, abrí la puerta y salí a toda prisa. Ni s
do a llover, un rocío frío y cortante que empapó mi ropa al instante. No sabía a dónde iba, pero corrí. Corrí hast
un momento, dos ojos carmesí observándome desde la oscurid
or del agua fría haciendo poco para adormecer el dolor en mi corazón. Las lágri
ó. Un nuevo mens
azo de Ricardo. Su brazo estaba alrededor de su cintura, su cabeza echada hacia atrás en un
sa, ¿verdad? ¡No te preocupes, el Dr. Blackb
mi amor. Problemas con el coche. Tuve que dejar a Krystal prim
o, la flagrante contradicción quemándome
o resonó fuerte y clara en las cámaras huecas de mi corazón. La frialdad dentro de mí era más profund

GOOGLE PLAY