Vitiel
con avidez, devorando los recu
nde sonreíamos como si el mun
inta azul cuando estaba en la cá
nte donde cenamos, ya amarill
cha y escondida en el maletero de mi coche. He aceptado la oferta de un viej
e dije a Óliver por mensa
que diseñó para mí. Un diam
-me susurró al ponér
rá, pero espero que el fuego lo purifique de s
igo a mí misma, aunque m
iento ligera. Va
ré. Mañana
iene un sentido d
iver irrumpe como una tormenta eléctrica. Son
ruñe, lanzando su chaque
erguida. No ten
días, Ólive
rsonal hasta que su presencia lo llena
di pe
tus soldados.
. Y te quedas don
Su agarre es fuerte
rece congelar el aire entre nosotros. Él
s en el brazo. Es en el bajo vientre. Un calambre agudo,
la cintura, incapaz
iver cambia al instant
o húmedo y caliente deslizándose ent
ferrándome a su camisa
iver conduce como un loco, gritando a alguien por teléfono. Yo sol
as. Me ponen en un
nces l
era privada, al f
da, llorando, con una mano
ando mi silla. Su mirada va de
se acerc
s normal en el primer trimestr
de la sala de urgencias se d
illa de ruedas. Da
ndiendo los brazos hacia él
conflicto. Su esposa, doblada de dolor en
é cuál va a tomar antes
dra a una enfermera que pasa
a hacia
ra cosas que no puedo oír pero que me
l. El dolor físico es agonizante, pero el
a me mira c
etti, vamos
na ecografía. El sonido del latido llena la hab
dico, rompiendo el silencio-. Hay amenaza de
lla. Ese pequ
ión, consolando a la mujer que
sábanas blancas hasta que mi
cero templado-. Si él se entera, le juro que haré que le revoq
asiente, aterrorizado p
No por él. N
Y voy a destruir a cualqui

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