n aroma entre canela, vainilla y transpiración que tantea mis fosas nasales.
ar todo. Siento arcadas; llenas de desdén. En mi rostro se si
tanta
lestar de la cabeza, incremente unos niveles más desdichados. Cierro con pesar los párpados y vuelvo a abrirlos
r. Hago promesas de que no volveré a beb
resalta en uno de mis dedos. Encaró el panorama, noto con exactitud que, se trata de un jodido anillo y no cualquier anillo, es el anillo. Sin comprender del todo intento
or que un camionero bebiendo li
herido alrededor de mi cadera. El individuo que está a mi lado comienza a removerse. Aquel brazo contiene unos finos vellos cobrizos, aparte que es duro y pesado. E
e dudas... pero, no hay respuestas. Sus facciones se contraen trayendo consigo un reflejo confuso y enojado. Bajo la vista, recorro su rostro colérico, sigo el camino por su pecho fuerte y marcado. Logró determinar los montículos inflados de musculos. Sin embargo, toda la trayectoria se ve afectada, al posar mis orbes: en su mano derecha,
«sí.» Nuevamente flashes. Besos. Manos recorriendo
ón del beisbolista. Antes de hacerlo, soy empujado con rudeza fuera de la cama. En la caída golpeó mi cabeza con el orillo de esta; terminó en el suelo doblándome del
e esta hace que me maree. De reojo, mis ojos distinguen como Jules se levanta de la cama tirando del cabello una
sas camino en dirección a la puerta que está abierta; perteneciente al cuarto de baño. No me molestó en cubrir mis
aza con el daño de mi cabeza. Abro un cajón donde indica «Primeros Auxilios». Extraigo un par de gasas y agua oxigenada. Ubico todo en el lavamanos abriendo con mis temblorosas manos la llave que deja salir enseguida el agua. Remojo un poco y las situó en mi cabeza. Me pillo al ver mi cuerpo cubierto por algunas sombras entre purpurinas y rojizas difundidas desde mi cuello, hombro y torso. Giro mi horizonte h
e edad. Camino en dirección de vuelta a la habitación, por el camino encuentro una parte de la ropa que usé el día anterior. Diviso a Jules sentado en uno de los tres sillones que están frente a la cama; tiene los codos apoyados en el sillón, sitúa una de sus manos en el rostro y la otra en medio de sus piernas. Es una postur
a cadera. Del resto de la vestimenta que utilice ayer, no queda casi nada. La vergüenza cae repentinamente sobre mí. Puedo discernir que él
tos tan degenerados, Joseph? Más o menos
a suya; es una inundación de desconciertos bilaterales (será pendejo. Como si no se lo hubiese notado en un principio) todo parece aclararse cuando sus ojos se vuelven atóni
mier
juicio a medias. Las fricciones se hacen cada vez más constante
cando la puerta con esa insistencia; seguro estará con el rostro desfigurado (y con esos enormes brazos, aún más). El beisbolista abre la puerta ruidosamente. Por ella atraviesa una mujer, y no cualquier mujer. Conserva el cabello castaño fosco. Sus ojos se pasean por tod
e observarnos con desdén. El fortachón se encamina al sillón donde estaba anteriormente. Diagonal hay una pequeña mesa en la cual se halla una botella de Whiske
mí buscando chismes todo el tiempo; por la que continuamente estoy escampando. «Drama» es un nombre perfecto para la industria de la fa
traño, denso. Atrayendo el periódico siento un cosquilleo en mi espalda, parece sentirlo, no obstante lo evita empujándome despac
go se quiebra contra la pared. Ni eso hará que mi cuerpo reaccione. Ya n
dadera atención está dirigida es en la ubicación donde fuimos fotografiados... es en una capilla... Otras imágenes, aunque más diminutas, resaltan, tratan de nuestras manos entrelazadas; donde e
ad de Las Vegas! Uno de nuestros fotógrafos de Nevada, capturó la química de los dos reconocidos; desde el casino Venetian. Sin embargo, lo que más impactó fue su matrimonio en privado. ¿Qué sucedió con
mujer que intenta calmar a Jules, quien gir
a vez en lo que lleva de la mañana, ¡como si eso fuese verdad!... « ¿Cómo fue que tomaron esa decisión así de simple? ¿Qué sucederá lueg
sutil mareo me hace posar mi man
a!... ¡Un maldito accidente! ¡U otra cosa, Stronligth! ¡Qué poca responsabilidad tienes! ¡Por lo menos nosotros sí pudimos observar sus rostros para notar que estaban ebrios, de lo contrario pensaríamos igual
tiene desconcertado. Toda esta información abrumadora me produce arcadas. La mujer lo observa furiosa. Luego fij
opinar en e
cólogo, imbécil
ue se calmara, dejó salir un sonoro suspiro-... no s
ucha. Mi cuerpo tiembla ante su gruesa voz-. Si estábamos ebrios, maricón -mis ojos se humede
imiento. El teléfono está en la alfombra tirado en la entrada de la habitación. Entrecierro mis ojos y lle
de Jules vuelve a resonar hiriéndome por com
lo observan de esa manera, ¡También se trata de ti también! ¡Así que cállate ant
ono en mi oreja derecha, escu
descender de mis ojos ante la ligera voz de mi madre, con ella
es m
e -mu
-su voz suena decepcionada, nuevamente-. Me hub
vuelta y me adhiero a la pared dejándome ca
rte; cierro mis ojos con ímpetus, sísenlo el rost
a los patrocinadores de ese jugador -pongo mis
no lo ha
ablo al rato -no la dejo r
ensajes, llamadas perdidas, WhatsApps, Twitts... en
menos estoy quebrandome en la alfombra. Hice a mi madre llorar. La decepcione nuevamente. Algo más que añad
o me acor
igo, marcando enseguida. Comienza a sonar los tonos. Uno,
te instante. Y quiero la verdad «Señor, Stronligth Rodsonwell» -
estoy
u cartera la revuelve un poco; saca un papel de color café. Lo t
o controlarme, no tengo la necesaria confianza con est
a habitación del último piso, en la presidencial -escucho el p
r a las meretrices c
inistran atención de distinto carácter. Me acerco a la mujer. Tiene un iPad al que le teclea, le l
Parece que el porcentaje de 100%, el positivismo de las personas al ver esto es el 78% y el negativismo es el 22% por lo
rodujo un ca
y pasmado. Como no entiendo nada
odo ese caos me ha causa
leno de felicidad al poder ver su estrella deportiva, pero en vez de eso lo mira malamente. Doy un paso hacia atrás. Tayron me ve amenazante. Elevo las man
ger del pelotero. Trato de inhibir el austero ambiente cada vez
terrumpida por su celular. Hace un am
e frustrante
sien, la masajea. Por lo menos a mí se me di
-me digno a observar a mi amigo. Quien, en todo este ti
o en ella. Tayron imitó mi acción. Muerdo mi labio ligeramente reprimiendo una frustrante eufonía-: La decepcione nuevamente, piensa que esto lo tenía planeado y que no le comente porque intuía que no le tengo confianza -ob
ensé estar tan cerca de mi jugador estrella -cascabelea-. Es algo indescriptible... -el semblante cambia al notar algo en mí-, ¡¿Qué sucede?! ¡¿
oy amanezco casado y con un hombre que me odia por mi condición sexual y que siente
ando mi cabello. Siento mi
ve y áspera cubierta todo mi cuerpo. Quedo solo en mis