lo regular y su estómago gruñera inquieto y desesperado por recibi
el trato que recibía que, aunque su anfitriona no era de mucho hablar, lo mantenía bien alimentado, cambiaba sus sábanas muy seguido y lo ayudaba a bañarse. Él estaba ansioso por recuperarse o en su
ntos de trabajo y desabrochó su camisa. La chica le había comprado algunas prendas, pero no había acertado con la medida y todas estas le quedaron grandes. Sus ojos marrones escudriñaban cada movimiento de la silenciosa mujer con curiosidad y, los
ir dolor y podrá levantarse. -Ella comentó sin mirarlo a
sidad que le apretaba el estómago. Por accidente ella lo miró a los ojos y se arrepintió al instante, dado que era inevitable no perder
olor avellana un poco más, puesto que no tenía aquel privilegio de deleitarse con tan exóticos y hermosos ojos porque su dueña se la pasa
lla sintió como su corazón se combinó con su estómago para torturarla, mientras su respiración se agitaba y sus manos empezaban a sudar. Estaban tan cerca que pud
bo salir al pueblo, ¿necesitará que le traiga algo? -Se paró de golpe, rompiendo el contacto visual de form
ana des
ba los instrumentos de ferretería en una caja. Ella se emocionó al ver el fregadero arreglado de la forma correcta y miró al j
isfecho. Era raro verla alegre y poder darle, aunque sea un momento de felicidad lo alegraba a él. Esa
ida, la verdad era que ni pensaba en aquello. La extraña mujer se fue abriendo un poco más
ejaría cicatriz, cosa que a él le sorprendió, puesto que aquella herida fue muy profunda. Estaba maravillado c
s las estrellas que se podían apreciar en él, sumándole la maje
Ayudaría a muchas personas y tendría una vida sin escasez. -Él se sentó a su la
sma-. Jamás podría vivir de esa maner
érrima y solitaria? Usted es una mujer joven y con una gran habilidad, no tien
entes eléctricas por todo su cuerpo. No entendía lo que estaba sintiendo por aquel extraño, pero sin importar qué ti
pudo disimular la sonrisa que se dibujó en sus labios. Levantó la fría mano que aún sostenía y dejó un casto beso sobre ella. Sam sentía que se le quemaba toda la piel
menos tendré un nombre qué recordar
os? Se imaginaba que debía ocultar algo muy horrible y le daba temor descubrir qué era, pero sin importar que tan espantoso fuera lo que estaba debajo de este, quería saber cómo sabrían sus labios. Nunca había conocido a una mujer t
etuvo sosteniendo su muñeca, sus orbes avellana rogab
do cuando sintió su barbilla desnuda, luego sus labios estaban a la intemperie, pero no por mucho. Se quedó pasmada ante el atrevimiento de él, aun así no quería que dejara de hacerlo. La cal
ir ante aquel placentero jugueteo entre sus bocas. El beso era lento y con mucha delicadeza como si ambos temieran romper las líneas de la prudencia y el pudor. El sabor de su boca y la textura de sus labios le era delicioso y no podía dejar de degustarlos. Aquella mujer nunca le había mostrado su rostro y no le importaba, le gustaba esa sensación, se estremecía con su aliento y su sabor. Ella empezó a hiperventilar cuando él lamió su lengua y jugueteó con movimientos atrevidos dentro de su boca con el vi
eso y sus manos temblorosas eran testigos de la excitación que aquello le estaba causando; sin embargo, no pasaría la raya. Lamía, succionaba, mordía y jugueteaba con su lengua como si aquella boca le perteneciera, como si nada pudiera ser más dulce y delicioso. Pegó s
l contacto visual en silencio, como si temieran d
Él rompió el silencio y ella agra
stumbrado a dormir mal. Ya es suficiente la incomodidad
ue duermas incómoda por mi culpa, además esta es tu casa, yo
ejaré que duermas en el
os. -Él la miró divertido,
sa-. De todas formas
tiraba en el terroso suelo y la tendió sobre este, se acostó y arropó. Ella entró y se quedó parada un rato observándolo, dejó
se la pasaban hablando y riendo. Él arregló la choza lo más que pudo y la ayudaba con la limpieza, buscaba las leñas y el agua al río mientras ella hacía las compras en el pueblo. Él había decidido que ya
.
que más le dolía eran esas palabras ofensivas y maligna
eran escuchados y su angustia no la dejaba pensar c
cuchaba como eco y las lágrim
pertó alterada con
fuerza. Estaba más alterada que las otras veces que despertaba de sus recurrentes pe