la desesperación se está haciendo presente en mí. Sin darme cuenta, ha
el proyecto en el que había estado trabajando durante meses, hasta la noche anterior. Proyecto por el cual m
s. Una vez segura de que todo está perfecto, dejo salir el aire que había estado reteniendo en mis pulmo
defensa del dichoso proyecto me obliga a traer tacones y fal
ción que me inunda. Siempre me ha gustado tener todo en orden, ser puntual y destacarme en todo lo que hago
rcadores y un libro. Una vez segura, quito la vista de la cartera para mirar la acera, pero como la suerte siempre me acompaña y nunca se separa de mi lado, la punta del tacón de mi zapato e
uelo cuando escucho una
onca que escucho me eriza la piel, pero a
una camisa blanca que se ciñe bastante bien a su abdomen; un pantalón negro que cae justo en sus caderas y acentúan sus piernas atléticas; bajo la vista a sus zapatos y veo que los tiene bien lustrados. S
mi desgracia, se cubrió de polvo. Gracias al cielo no queda tan mal, y suspiro aliviada al ver que mis tacones siguen intactos, al menos no se quebraron. Levanto la vist
a ¿No cree, señorita?- dice burlón,
rlándose de mí?-Respondo, con sarcasmo.-Créa
é genio.
mancharlos y de pronto el susodicho a mi lado se pone de clucillas cerca de mí para ayudarme a recoger los papeles. Sin pensarlo, me levanto con la intención de alejarme de él pero en vez de alejarme, solo me pongo de pie y aprovecho para ver cómo acomoda los papeles en la mano. Me doy el lujo
tido y huele rico. Pero en estos momentos me interesan más lo
cuidado, no quie
y suelta un risita que se
ertida y me nacen unas ganas de patearlo entre las piernas, pero no creo que sea muy buena idea, así que me doy por venc
decir, empiezo a cam
itar sentir como su mirada