areja que la fuese a extrañar, y ni siquiera estaba segura de que sus pad
ó un bolígrafo y anotó todos, poniendo como encabezado
ró, cumpliría todo y moriría
lo que nun
cubículo de Rovi, quien jugaba cartas en la Pc como se haría en el 2000. Se sentó en su m
... Irme, muy lejos. Y no busco dejar a nadie que me extrañe en esta ciudad, no es personal, aún así si qui
rabajo. A las doce y cuarenta minutos del mediodía ya había hablado con sus clientes consiguiendo buenos resultados y pudiendo
ez, admirar el paisaje. Los árboles no están tan verdes como deberían, pero aún mantenían su majestuosidad, la fuente en medio de la plaza, dejaba ver unos tres querubines jugando, paralizados en ese yeso que seguramente era más vi
de la iglesia retumbó sobre la música que oía, marcando la una y media de la tarde. Se despabiló y levantándose,
endo en las escaleras junto a la estructura y le permitiera pasar a tomar algo caliente. Valeria escuchó muy atenta su historia e incluso se limpió un par de lágrimas, le destrozaba ver
e ropa. Valeria era para ella
ente y le dio un apartamento pequeño pero acogedor en el segundo piso sin cobrarle ni un mes, pero co
er de ideas claras
ambién era una mujer
el contrato de juegos, el cual se volvió real cuando dos semanas despu
esea morir no puede tenerlas, tampoco tenía cuadros colgados ni fotografías de recuerdos bonitos, de hecho, dudaba realmente que su madre conservara alguno d