a me convenzo de que jamás podré amar a ése hombre, aún siendo tan parecido al
or de mi vida, quién des
endiendo, y que yo siempre voy a amar a tu hermano -
re su escritorio, y vuelve a mirarme, per
nfundas, que tengas muy c
ás lo
so
e hombre sería un infierno, era lo único que podía pensar, ni de consuelo me servía su parecido al hombre