comenta Jairo-. Despertaste justo a tiemp
aja una botella de
ado -Jairo sube el tono de voz-. Nos colam
los brazos mir
ción y yo pensamos mudarnos un tiempo aquí -cuenta
espiro disfruta
rda el frasco -l
e a guardar el fr
el otro ojo -da
o y compañía voltean a ver de dónde provino el s
amiliar e intenta mirar en aqu
recho con el puño apretado, aún con el efecto paralizant
tó. No te preocupes, ya se
a la Torrender como si la escuchase. "A
ebajo de la roca; salen disparados seis peñones directo al pecho y estómago de los tripulantes, tumbando a c
e del dolor, el grueso abri
la cabeza, pero no me puedo dar el lujo de fallar un tir
apuntando hacia la pista de aterrizaje, arqu
s...", piensa Seb
, como pudo, con todas sus fuerzas consiguió
nde desde gran altura, forzosamente choca con la pista de aterrizaje y ella sale disparada d
. Veo sus rostros, son la luz en mi vida y por siempre los amaré. Abigaíl cuídalos bien por mí... aunque existan inmensos poderes y el
nieve sintiendo dolor, el suelo vibra l
ro, poniéndose de pie con una mano en el est
que indica el borde del precipicio. La roca se aleja, toma distancia
tián la desarma aún más, apresurando el p
ndose, se resbala cayendo de lado. Ve como
avedad, se lleva consigo la Casita, los tr
; 8:
ría noche nevando sin parar. La
l helicóptero blanco con las compuertas abiertas; por debajo de él, al otro lado logra ver un mi
iera comer el mundo". Luego la respue
ptero, los cinco tripulantes, la bebida energizante, el a
la Casita, no está la estructura, no hay nada
ir el ambiente y distinguir mejor, pe
no me veras crecer...-. Solloza-. Quise ser el orgullo de alguien... cada día me esforcé... sin parar... cada... día..
s que posan sobre la nieve marc
ala arrancándolo, se agarró de la manga izquierda y también se l
ar". Junta los dos extremos de la manga, haciendo un pequ
do de la cara. "Me iré de este lugar", se
lve a mirar alrededor buscando las cajas. "Mejor dicho
vuelta alrededor del helicópter
pueden ser seguras", la Torrender cuenta las cajas; tres cajas pequeñas
son bebidas. Sostiene una botella mirando la etiqueta una vez más, se lee energizante. "Bueno, deb
o a mirar la botella, es similar al envase q
oma dos cajas pequeñas y las mete al helicóptero, también sube al helicóptero ocho cajas medianas. "Bien, con esta cantidad es
e ¡aquí!". Mira de arriba abajo buscando e
esa. "Este es mi único transporte y solo tenía que irme vola
y saca una mano. "Mi poder es del Aire, nada más necesito que giren
o estoy
hay suficiente velo
nca lo logra
ya!", extiende los brazos hacia los lados e intenta
brisa y la nieve alborotándose. Estuvo
ona!", se levanta de la cabina, camina en círculos en la parte de
pequeña; la abre, elige una botella, se la toma completa
e acuesta ahí mismo extendiendo los brazos a los lados, apunta
ellinos delgados de estelas entre verde, gris y blanco. Poco a poco se alargan
ando con el centro de las hélices, y estos empiezan a girar.
tura. "Ahora si me voy, solo falta inclinarlo". Lo hace ladear, pero pi
ador dejo de circular en las hélic
to-empujón hacia la compuerta sujetándose a la orilla, ubica con la mirada la pista de ater
o exterior. A lo lejos se escucha todo tip
cabeza con la cara
strada. Se pone de pie, camina hacia al
bre la plataforma antigravedad. "Ya será tarde, dormiré mientras, pero no quiero pensar que haré
ueño con helicópteros", se vuelve acurrucar
siete de
na", intenta adivinar la hora
s hélices. "¡Un helicóptero se acerca! -se levanta y observa de donde proviene
rirse de nieve con la ayuda del Aire y espera acostada boca abajo toda cubierta, deja una abe
riza, está a la diagonal derecha de Abigaíl. La
e color negro en la franela, pantalón y botas. Lleva la capa bicolor y trae un rastreador en la mano, uno de
Abigaíl. Se percata que ll
spera la mirada descuidada del
cóptero. La Torrender se levanta corriendo a toda velocid