ba acostumbrarse a llamarlo Mario, hacía unos meses habían logrado cam-biarse el nombre: ella se
fue a ver a la doc
has e
o si me fuera a llegar la regla, pero no me llega. Los últimos meses mis re
eas, v
N
pruebas, de ser así, tendrías que ver un ginecólog
des-pidió de ella. A la salida, la joven se encontró
ó el doctor con efusivi-dad―.
entido muy bien
reguntó, i
hacerme un
e salga todo bie
baja
sea ingrato, que nos venga a ver de vez en
di
uí estoy. Y doctor, gra-cias, pe
, siempre lo o
años dejamos de ser gitanos y hace var
dejado de ser gitano, pero su esposa no, ella añoraba todavía aquella vida. Y en el cam-p
ó a la consulta de la doc-tora c
―dijo la doctora―, es
―preguntó c
ndrás que decidir si te vas a atender por co
rio nomás, no tengo plata p
staba la posibilidad de qu
enir a buscarme, debe
te. ¿Cómo
ie
entrometa, pero he visto que é
que a él no le gusta hablar de nuestro pasado, qui
r. No es como sacarse la ropa y tirarla a la basura
entía una gallé , ella era gitana y, si no fuera por el amor que sentía por su espo-so, volver
é que para ti no
sienta mal, pero esto no me gusta, no me gusta ser chil
te, sabía que así era y las lágrimas qu
la doctora sonó
oso de la señora
ar. Llegó tu esposo ―
eza y se secó los ojos
¿cómo está? Disculpe, m
oy la buena nueva, est
ra del hombre se al
ue tienen que deci-dir si se van a at
el consultorio nomás
sería lo mejor ―a
a pedir hora al consultorio con la matrona y
de rigor, la pareja dejó
ver a la doctora ―le or
or
jo nacerá limpio d
, su sangre será gita
lo sabremo
uieres
o es uno, nues-tro hijo o hija no tiene
en sus
la doctora, tienes miedo de que ella
omo nosotros. Para nosotr
da, para ella no
as, nadie más nos debe importar, tú
sobre todo en ese momento en el que habían recibido tan buena noticia, llevaban
e habían cambiado de casa y perdido el contacto con los doctores. Los vecinos apenas los trataban, cada uno vivía su vi
os de la mañana. Spiro la llevó en un taxi hasta el hos-pita
do el sentido. Dinka nunca había sido una cobarde, al contrario, ella era la muje
era ―le dijo la enferm
sa a
doctor. Ya le avisa
gos. Sabía que, de haber permanecido en el campamento, no estaría solo. Nunca una mujer estaba sola para parir. Ni un padre tampoco.
énez ―lo llamó una enfer-
Y
por f
su mujer tenía una preeclampsia y que deberían hacer
, ¿dónde teng
l le entregó
anos? ―le pregunt
¿por
rsonas religiosas o de algunas creencias o etnias
ormal, uste-des hagan lo que tengan que
hora debe esp
do ver e
señora no está bien y
in embargo, ese era el destino que había escogido al preferir a Dinka an-tes que a las tontas leyes de s
e rogar por su mujer. Por un segundo sintió que aquello era un castigo por su falta, sin embargo,
ieron entrar al interior d
nacer por lo que tuvimos que operar, pero eso nos llevó a ver que tenía o
o pro
s traen problemas, solo ahora nos pudimos dar cuenta. Quisimos hacerle una mio-mectomía,
é di
podrá tener más h
é hicier
Falopio, el útero esta-ba siend
dó va
Qu
dó va
la durante el primer tiempo, por su-puesto, pero la operación que realizamos ero
e bajó l
ien? ¿Ella
e dormirla para operarla, empeoraba a rat
mi h
Ella es
s a la
vía no era tiempo de nacer, pero
ora, y disculp
es una información
. ¿Y pue
to y vuelva mañana a las diez, estará un colega atendiendo y entregando las informaciones, dejaré la indicación
o dejarla
aunque esté aquí, no puede hacer nada. Mejor vaya a descansar, todavía que
d? Cuídelas
sí, vaya
liz por la llegada de su bebé, pero no, por más que esa doctora dijera que todo esta-ba bi