un lugar seguro para vivir, especialmente siendo tan indefenso. Subo las escaleras rápidamente y con una furia palpitante. Miro fjamente la puerta del primer apartamento que sube las escaleras, no
Regalos, sí. No sobrenatural -digo y acaricio su cabello. "¿Tienes una abrazadera o algo así?" Pregunto. "No", ella frunce el ceño. Busco a tientas en su blusa para quitar un pequeño broche. Se queda en silencio durante minutos demasiado largos para mi gusto. Cuando va a protestar, escucho el clic de la puerta. "Está bien, entra", ordeno. - Pero como...? ella pregunta confundida. - ¿Solo sabes enviar? "Usé tu broche", le digo irritada. Ahora entra. Puedo ver que no está segura de dejarme entrar o no. ¡Francamente! la salvé Pero después de todo, también la seguí hasta su casa. Bueno, no exactamente seguido, pero aquí estoy y soy un extraño. Entiendo tu reticencia. -No te haré daño -susurro en su oído, haciéndola saltar hacia atrás, perdiendo el equilibrio. "Te tengo..." Te sostengo contra mi pecho de nuevo. Puedo sentir su rostro, su aliento caliente , su aroma almizclado mezclado con fores. Tomo una respiración profunda como para asegurarme de que nunca olvidaré ese olor. Tomo un mechón suelto de su cabello y lo coloco detrás de su oreja. Mi mano se desliza involuntariamente hacia su mejilla y llega a sus labios. Mi corazón late rápido, se siente como si hubiera corrido un maratón completo. "¡Dios mío!" ¿Qué me está pasando? ¿Sentirme culpable por haberla dejado sola? Sí, eso es todo. Trato de tranquilizarme. "¿Dónde están los responsables de ti?", Pregunto, alejándome de ella ab
mis dientes. "Hasta las nueve...", responde. "Así que es bastante tarde, es más de medianoche, por cierto, son casi las quince de la mañana", le digo. Se acerca al sofá y parece pensar qué decir. - Es que hoy trabajará horas extras - se justifca retorciéndose las manos. Mentiroso. Pienso para mí. Si hay algo que puedo decir, es cuando alguien miente. Y con ella no es diferente. Además, no había indicios en el apartamento de que alguien más estuviera viviendo allí y ella parece tener miedo. Es natural, después de todo ella no me conoce. Me alegro de que proceda con cautela. Me froto la cara y trato de reordenar mi mente, ya amanece, soy como un imbécil interrogando a una chic