hijo pues, aunque yo no quería ir,
taba que vomitaba casa. Diego brincó en el sillón diciend
ntimientos que no podía contener. Así que, en la noche, mientras veía a mi hijo dormir a mi
SHB
e dignó a pedir una disculpa siquiera, mucho menos a hacerse cargo de nosotras. Irremediablemente, tras conocer al peor s
ar, mi abuela era cocinera y mi abuelo jardinero. Yo conocí a Fabián cuando cumplí quinc
lado. Y, aunque a los padres de ese adolescente mimado y rico no les gustaba la idea de que él y yo estuviéramos juntos, y aunque mis a
taba divirtiendo conmigo, aunque eso l
ada, y cuando sus padres se enteraron me encerraron donde nadie pudiera verme, donde nadie pudiera enterarse de nada; entonces, cuando L
acer; pues, además, yo ya no contaba con el apoyo de mis abuelos. Aunque, despué
atal. Allí renté un departamento pequeño, conseguí un empleo a medio tiempo, terminé el bachillerato e ingresé a la unive
a profesional, todo parecía ir bien para mí, y aun
ncieramente, dos años después de que me fui de mi ciudad natal, con un poco de valor, regresé a
abía perdido. Regresé a enterarme de que mi abuela acaba de morir. Esa vez lloré
alguna vez habría podido abogar por mi ante ese cascarrabias orgulloso que era mi
tido, y me encontré con algo realmente inesperado: había un pequeño
lo llevé al hospital y me hice cargo del pequeño en lo que servicio social decidía qué pas
ntía más sola, y él consiguió alguien que lo amara tanto que estaba
anas pasaron y nadie reportaba la desaparición de un niñ
o tuve que pensar, de pronto parecía ser nuestro destino terminar juntos, pues ese niño tenía
el niño, más que adoptarlo, lo registré como hijo mío, así, legalmente, Diego se convi
E FLA
ndo sonó el despertador, y dos hicim
io, desperezándome un poco, y fui al baño donde lavé mi cara antes de bajar a la cocina pa
espalda de mi dormido hijo-, se
la cobija y haciéndome sonreír-. Di que estoy enferm
lo creo, anda, arriba -ped
ado en la cama, mientras no podía manten
lar cobijas y dejándolas lejos de la ca
eclamó mi amado bebé
me a la cama, con la intensión de ayudarle a v
do esa expresión de pillo que me
eté y él hizo un sonido de emo
olegio, quedando en que iría a la salida por él; después de eso yo fui al hospital, yo era médico, específicamente, pediatra. Había dec
xterno, que, gracias al cielo, no eran tantos; así, pasado el mediodía, caminé fuera del consultorio y llegué
ncia en urgencias -se escuchó en el
ternamente porque el doctor Mirro al que solicitaban no fuera Fabián Mirro. Pero, al parecer, a q