ared el encendedor de la luz y lo encontré. Cuando la lámpara del techo iluminó aquella habitación me di cuenta que allí no había nadie, el l
ños, además que la gran mayoría estaban escritos en otro idioma, en latín. Ahora después de mucho tiempo entiendo que esos libros eran de ocultismo, paganismo y satanismo. Entendiendo que ya había pasado mucho tiempo en aquella biblioteca y que quizá el abuelo y madre estaban por regresar me dispuse a salir de aquella fría habitación. Traté de organizar los libros para dejarlos tal y como estaban al principio para que así el abuelo no sospechase que alguien había entrado a su biblioteca personal, cuando de pronto algo llamó la atención de mis ojos. Oculto entre aquellos libros estaba un pequeño libro que a diferencia de los demás que estaban bien cuidados, este estaba en muy mal estado. Lo saqué y me di cuenta que era antiguo, muy antiguo. La pasta estaba desgastada y casi no se leía su título, tuve que hacer un esfuerzo mayúsculo para leer la letra casi ilegible. El título de aquel viejo y maltratado libro era "TENEBRARUM". Desestimando el peligro que representaba el seguir dentro de aquella habitación, me senté en el asiento y puse el libro sobre la mesa, encendí la lámpara y me dispuse a ojearlo, lo que encontré allí me sorprendió. Aquel libro, como dije antes era muy antiguo, no solo la pasta estaba desgastada, también sus páginas que ya tomaban un color amarillento, muchas de las letras allí escritas se habían perdido, otras eran prácticamente ilegibles. Para sorpresa mía, a diferencia de los demás libros que había ojeado, este libro estaba escrito en nuestro idioma. Si bien muc
do algo me decía que no leyera aquel libro, que era peligroso, pero por otro lado una voz me invitaba a ab
ra leído, si le hubiera confesado a mi abuelo que lo había tomado, muchas cosas malas
nto sentí la presencia de algo al lado de mío, en mi habitación. Se los juro por mi vida misma que si bien no podía ver a nadie, había alguien o algo allí mismo conmigo, podía sentirlo, una energía maligna que me produjo un miedo que nunca antes había experimentado. Comprendí entonces que no debía seguir leyendo aquel antiguo libro. Llevado por el miedo lo cerré y luego lo escondí entre mi ropa con el firme propósito de no volverlo a leer y que la próxima vez que fuera la casa del abuelo, lo devolvería a su sitio. Esa noche no pude conciliar el sueño, el miedo me lo impedía, sentía que aquella presencia que había sentido antes, seguía conmigo, la podía sentir allí mismo al pie de mi cama. Ya al llegar la madrugada por fin me dormí pero tuve extraños sueños. Sueños en los cuales yo me encontraba en un túnel oscuro, tan oscuro que no podía ni verme las manos. De pronto una voz llamaba mi nombre, no podía identificar de donde venía la voz ni de quien era, solo que llamaba mi nombre entre sollozos que me resultaban desesperantes. De pronto una luz me mostraba la sal
ijo entre su llanto y desesperación –
de maldad nunca termina. Él sigue buscando más almas para atormentar, debes tener cuidado-. Luego hizo una pausa y siguió mientras yo seguía petrificado por el miedo –D
mientras ella luchaba en vano por librarse de sus garras. Seguido atravesó el débil y viejo cuerpo de mi abuela con una de sus garras, luego lanzó su cuerpo lejos, al caer una horda de demonios rodearon el cuerpo de la abuela y en un santiamén la desmembraron. Aquel espectáculo tan repugnante y doloroso lo miré inmóvil pues el miedo me paralizaba el cuerpo. Miré con horror como estos demonios desgarraban las entrañas del cuerpo inmóvil de la abuela, saciándose con su carne y su sangre en un festín horripilante. Aquel espectáculo fue demasiado para mí, caí de rodillas al suelo y vomité como jamás recuero haberlo hecho. Sin saber en qué momento aquella bestia estaba parada al lado mío y al igual que a mi abuela, me agarró por el cuello y me elevó. Aún rec