o. Aún están en la capilla. Se acerca a
uido? -interro
cocina -respo
su hermanita se encuentre en ese lugar. Se acerca con temor y
pregunta acongojado-. Eras mi hermanita peq
r de unos cuarenta años p
iri
nada -lo adula el
ás igual a com
aunque él se dio cuenta que ella sentía cosas por él en su juventud, no q
ho, nadie se e
-consulta
e se sintió mal, la lle
llorar y Juan Ig
ió pasar -so
ía mucho por
la mira con lágr
i mamá, deber esta
l, se alegrar
esp
la cocina, una pequeña salita con un mueble, un lavaplatos, una cocina y un par de b
ama la anciana-.
e hacia su hijo que la recibe pr
no me avisaste que vendrías? ¿Tienes hamb
dí, te respondo. Estoy bien, llegué a
aquí. -La mujer vuelve a ab
ue su abuela deje de llor
s hombres
mo e
fue tan in
e sintió mal. ¿Qué
la... Ella... Ella... Se empezó a ahogar... -
¿qué
los resultados estarán mañana. La verdad es q
un ataque cardíaco, ¿por qué hacerle un
a la cocina y lo
vamos
ponde con un su
a a su madre de un brazo para llevarla afuera
lo que te dijo tu madre...
cosa
ada. Creo que
o, sin embargo, este no lo deja, le
alto, ya encontraría el momento a
ampoco es que lo haya querido mucho, quizás nunca lo consideraron digno de Rebeca. Él no era más que un peón cuando la conoció y al casa
irse. No quieren dejar a Rebeca allí. No pueden convencerse de que ella ya
ta -le dice
¿Por qué? ¿Po
shecho por dentro. Lo único que puede hacer es abrazarla. Co
dia, le molesta, se retuerce por den
k, lo sie
secretaria no siente la muerte de la esposa de su jefe, para ella es la lib
Se gira para mirar a su cuñado y se da cuenta que él y su secretaria s
cuñado y se ap
un beso en la mejilla, aunque ella se lo d
-responde e
r de acá -le recrimina el hermano de Re
qué te
uy bien esos abrazos y ese beso
anté, no sé a q
n vida, lo harás en su muerte. Y no te creas que te quedas con todo, porque todo lo que ten
entiend
o ante cualquier renuncio, te vo
e Juan Ignacio. Jamás ha sido su intenc