ía ni la menor idea de lo que esa bebida era. Mantuvimos ese conta
a, mientras seguía mirando mí cara – Noto có
ndí mientras el calor se acumuló en
eír. Yo no entendía por qué ¿Acaso se estaba burlando de mí? El solo hecho de
s? – Cuestioné u
–Me guiñó un ojo e inmediatamente me puse a la defensi
es apretados – No me digas, no creo qu
o escuchara – Pero solo necesité éste tiempo para comprenderte. Sé que bebes, pero sé que no conoces las bebid
o –Resoplé y mir
s y apretando tus muslos para que se vaya el dolor –No podía dejar de verlo, me tenía hipnotizada – Te
ijo era cierto. Me tenía intimidada y excitada como nun
déjame decirte que lo que has di
eída – En verdad te conozco, más allá
éste hombre al que apenas conocía me pudo leer tan fácilmente? Estaba a punto de deci
s? –Preguntó ella
acias –Respondi
a y conoce un Alfon
ocía Marco
a toda costa –Pues eso no te lo crees ni tú, salu
Marco
uando levanté la mirada, noté que él me miraba fijamente, con sus pupilas dilatadas, nunca había sentido algo similar, sen
se acomodó a un lado de mi – No porque tú lo
rozaban los míos con un hambre voraz, podía sentir la bebida en él, mordió mi labios forzándolos a abrirse, sentí su lengua dentro de mi boca excitándome, tuve que agarrar sus antebrazos para no irme hacía atrás. Quería que me besara más
Me preguntó como si nada hubiera pasa
iré y lo miré rápidamente, él
andó – ¿A qu
o en una
a, muy in
cas? – Respondí ign
algún día seré co
ensando lo engreído que er
nsigo lo que me propongo y por c
és tomó mi mano y nos retiramos del lugar. Pensé que era
otro sitio,
yo iba observando las luces de la calle y que casi no había gente a esa hora de la noche, después de un rato en el auto, Marco Antonio lo estacionó y nos bajamos. Caminamos a través de un parque pequeñ
, sí que era sorprendente, jamás pensé que alguien como él pudiera estar en un lugar como ese, u
sa donde pudiéramos estar tranquilos y donde podíamos conversar a gusto. Los músicos empezaron a toca
usta éste ambiente. Eres u
o, me encanta
a, mis gustos
ebidas. Después de terminar nuestra
u cercanía y su aroma delicioso envolviendo mis sentidos, me hacían desearlo, de una forma desmedida, en medio del abrazo, volteé al cielo, y vi las muchas estrellas y sólo pensaba, que román
la mano y buscamos una mesa, no había muchas opc
ura, éste es
gusta ésta mú
s tú –Me lanzó un
brio Marco Antonio –L
n el estacionamiento cuando él se detuvo al instante y me jaló hacia
digo de verdad, desde que te vi en las fotos de Leo,
solo una mujer – Le
mujer desaliñada, una mujer fascinante, que es ella misma
ir pero él puso sus dedos enc
solo sabía que tenía que besarte –
me besó, esta vez más intenso que la primera vez, abrió mis piernas de un jalón se colocó entre ellas, me tomó por la cintura, lo rodeé con mis pier
a, ¿Por dónde vives? – Preguntó
acababa de pasar lo
es de aquí. Todo
manos empezaron a subir acariciando mi cintura, me ayudó a alzarme para quitarme la blusa, una vez fuera él dejo salir un silbido de admiración y desabrochó mi sujetador dejando al descubierto mis pechos entonces empezó a masajearlos, dejé salir un gemido. A tientas empecé a
alones tocando mis bragas cuando alguien tocó, los vidrios del Volvo. Nos quedamos congelados, él me dejó de b
o hablando tranquilamente con alguien por teléfono. Después de unos minutos el oficial nos dejó ir sin decir nada, ¿Quién
teme, te abriré – Se bajó y rod
o – Apenas me bajé, me
cine –Entonces se alejó de mi mientras decía Buenas no
í, me di la vuelta, abrí l
í a mi recámara, a soñar con él y con qué me hacía maravillas. Pero sin dejar de pen