ntrola todo, los órganos, la percepción del espacio, como vemos y enten
mentos felices que los condenados no apreciaron y al mismo tiempo
ento, el oído escucha claramente lo que se le dijo e incluso el más mínimo ruido de aquel día, así es como la mente
lógicos e ideas coherentes, algo así como si mi propio sistema se estuviese apagando, mi mente no era clara respecto a lo que los recuerdos disparaban com
aros como imágenes de alta calidad, los momentos previos a este deprimente intento de autodestrucción no eran más que nubarrones oscuros de un cielo de invierno, perfectamente visibles, pero, intangibles, difíciles de di
ión, como un niño cobarde que en el último instante decidió que no valía la pena su inútil en in
alidad era mayor que tanta fanfarronería, siempre fue de mi entero saber que el peso de todas las acciones pasadas
total seguridad, en todo momento creía que saldría de esto de la
exionar con detenimiento y ayudado por la poca razón que se me concede
iento y una sensación helada en toda mi anatomía y con seguridad sabía que
er qué era lo que estaba sucediendo mientras que en lo único que pensaba yo era en todas las personas a las cuales les arruine la vida, en las pocas mujeres qu
e, me hacía mejor. Todos aquellos seres humanos que tuvieron la desdicha de conocerme y sufr
e atacaran con sus impresionantes ecos en el infinito. Tuve que concentrarme tanto como pude porque había una mujer frente a mí, me apuntaba a los ojos con una linterna, resp
de sus voces seguía amortiguado, apenas si p
deseo de morir. Una sensación detestable si me lo preguntan, pero, aquello que me destrozaba con toda agresivid
vida. Yo. Aquí tirado como estoy solo puedo pensar en una cosa. ¿Cómo es que alguien con
a la gente que se ve envuelta en mis artimañas, he dicho tantas mentiras que a v
era existencia desintoxicándome de todo aquello que he permitido de forma invasiva arruinar mi ser, droga
les autoinfligidos debieron traerme los suficie
dóneo para castigarte, si, castigo; yo no soy de los que creen esa basura que dice la gente 'si aún estás aquí es porque Dios tiene algo hermos
ementos que pueden ser verdaderas armas mortales que pueden acabar con la vida humana. Eso siempre me hizo cuestionar la fragilidad de nosotro
hermoso que pudo ser ese templo, edificio u obra de arte cuando estaba en el pleno auge de su belleza; mis ojos se inundaron lentamente con lágrimas, mismas que se n
ve así por la oscuridad de las baldosas grises del baño que no proporcionan nada de brillo debido también a mi renuencia a encender la luz y lleva
ados casi negros debido a las ojeras de varias noches sin dormir más qu
uería? Fue por un chiste oscuro de la naturaleza que un pequeño diluvio la obligo a permanecer conmigo, aceptó dormir en
sos cuarenta kilos se vean demacrados ante mi
a pegársele a los huesos y le abandona el color vivo y natural de la carne radiante y le reemplaza una mezcla antinatural de amarillo y blanco derruido; como
las interminables horas en las que sujete mi cabeza por el desespero de no tener más salidas y lo
ás importante según muchas personas en el mundo) la casa está hecha un desastre total, la basura
sa construcción de tres pisos, inclu
taciones de dioses antiguos, tiempos aquellos cuando la humanidad creía que veníamos de seres nacidos exclusivamente de cuentos fantásticos y qu
nes de terciopelo verde y un candelabro hermoso que ayudaba a la iluminación artificial del lugar, u
comedor visto desde la perspectiva de la entrada daba a la derecha con una pequeña pero
un patio hermoso que poseía una chimenea, todo cubierto por un techo de tejas trans
ento que empecé a vivir aquí y otra cuya ocupante jamás permanecía en casa, las escaleras que comunicaban a la tercera planta (donde yo resido) tenían una
para libros, un escritorio para un computador y un sofá de dos puestos cuyo material similar al terciopelo
os, una cama, un mueble con un televisor y un armario para guardar la rop
s increíble cómo permití que tan hermoso lugar reflejara lo mal que me he sentido desde... Desde qu
e que sería imposible que alguien como yo tuviese una conciencia y jamás podría en algún momento
idad cristalina los embriagantes sonidos de la calle, sonidos que me recuerdan que no importa que tan mal te sientas, que tan cerca esté tu fin, el mundo sigue, el universo no s
er fin a tu vida, esto seguirá así, nada cambiará, ni tú, ni yo, ninguno podremos sentir como todo avanza ni estaremos aquí para verlo o ta
interactuar con nadie, tantas conjeturas y nada de concentración para formular una primera pregunta, aunque ¿Existe el cielo? ¿Quién estar
onas que tal vez en un momento de shock sufran un poco al saber que fallecí, más por el hecho de ver un cuerpo sin vida y el impacto normal que esto c
a en una fina caja de madera o tal vez me cremen y venden mis cenizas a algún torpe intento de brujo barato, me es increíble pen
co fin será el permitirme un tiempo más de tortura d
e nadie le tendrá el más mínimo respeto a mi humanidad una vez que esta se convierta en
s por el temor a que el alma del muerto regrese a atormentar a los vivos que por el valor que este tuvo en vida, es como un perro temeroso cuando su amo toma el periódico de la mañan
e aburría, y llevó largas semanas sin dinero ni capacidad de hacer un sencillo chiste o tener la
complicado distinguir si eran verdes o azules, su cabello rojizo el cual posteriormente pintaría de rubio era ondulado, su piel pálida y sus curvas la hacían una mujer imposible de ignorar, pero, era su personalidad lo que hacía que yo me sintiera atraído, era como si ella encaja con el lado más escondido de mi verdadero ser, era graciosa, inteligente, ansiosa por saber y tierna como nadie que yo conociera antes y eso derribó todas mis defensas, sedujo mis nociones y drogó mi percepción y capacidad de analizar a cada criatura que se acercaba a mí al punto que lo que ella decía se convirtió en lo único que era verdad para mí, este inimaginable ser me llevó a olvidar las nociones del ser que yo realmente era, la persona ruin que me había fabricado a lo largo de los años y solo para mantenerla conmigo en todo momento, para que me amara decidí mentir sobre quién yo era y los vicios monstruosos de mi ser, las men
eaba, deseaba ese beep, quería morir mientras mi mente parecía viajar por un eterno océano de pensamientos, recuerdos y arrepentimientos, el ruido de fondo trataba inútilmente de inundar mis oídos mientras mi mente seguía distraída; tratando de escapar de los hermosos y
o seguía en mi mente, sonreí, la sentí allí conmigo, mis párpados pesaban como jamás lo había hecho y no pude rec
almente detestables, pero ¿Qué esperaba? Es decir, puse en riesgo mi vida y aquí estoy, totalmente desagrade
guna bestia real o mitológica pudiese emitir un sonido más grotesco y gutural que aquel que había logrado arrebatar mi mente de tantos pensamientos dolorosos como punzadas filosas a los más profundo de mi consciencia y fue en ese preciso instante que sentí el ahogo por la emoción y como el mareo dominaba mi percepción del lugar, el éxtasis del insaciable deseo por comida había opacado por un instante los recuerdos de mi amada y mis intenciones por darle un final a todo, no soporte el deseo candente que me quemaba desde el interior, necesitaba comer y debido a ese p
fueran de concreto, mis piernas me pesaban como si el suelo se rehusara a que las plantas de mis pies abandonaran la superficie fría de las baldosas, mi cabeza dab
los odias por tener algo que tú tenías, que ahora anhelas y sabes que jamás regresará. Cada bocanada de aire, cada molécula de polvo, cada color, cada sensación, todo eran pequeños receptáculos de recuerdos de esa vida que a gritos en mi subconsciente pedía que volvieran, esos momentos saliendo a tener vida o social o simplemente para conseguir los víveres de la semana tomado de s
a voz de la paramédico, su voz
despojada de algún sentido coherente, más parecía una respuest
lejos como una enfermera se acercaba, me dio un par de pastillas, revisó las vendas y me aplico una inyección, nuevamente retome la posición fetal en aquella fría silla de acero que había en el pasillo de espera de la unidad
, así que, para mi decepción eterna mi última bebida sería agua del grifo, no me costó mucho notar que lo único que había en televisión eran noticias, deportes y repeticiones de dramas policíacos de años atrás, así que, para llenar mi acongojada mente de más motivos puse en el reproductor musical todas aquellas canciones que ella solía escuchar, odiaba la música que le gustaba, sus ritmos no eran difíciles, su letra era repetitiva y nunca podría llegar a generar un impacto trascendental, música que gustaba porque la gente la oía de forma masiva, es decir música popular, pero, era la música que con tan solo un segundo de oírla me la r
e el suicidio es un acto de egoísmo, iba a dejar un gigantesco problema al dejar mi cadáver inerte en este mundo y serían otros los que deberían
que esta tortura pare!) cada trozo de comida era más amargo que el anterior, las deliciosas salsas carecían de sabor, la carne se sentía podrida, el pan duro y las verduras sabían a tierra húmeda, pause lentamente la ingesta del alimento más que por el hambre, por el deseo de no dejar de lado mi última cena y volver a la idea inminente de mi muerte finalice con pequeñas mordidas, me dolía mover la quijada, los dientes se sentían que fueran a romperse contra la integridad del pan, odie la maldita hamburguesa con todo mi ser, me odie más
actos? Como si de un parpadeo se tratara la hora por fin había llegado, noté que había un par de llamadas perdidas por parte de mi familia, mensajes y demás me llenó de gran decepción que ella hubiese sido la única que no llamara. Estoy seguro que eso habría evitado lo que estoy a punto de hacer, o quien sabe, tal vez lo habría hecho más fácil y rápido; no estoy seguro como, pero, sé que fui hasta la cocinao ella aquel fatídico día, justo después que la escuche d
al estado del apagado total, con mucha fuerza empecé a moverme en dirección del teléfono, debía pedir ayuda, recuerdo que el aparato se encontraba a unos escasos tres metros, pero en mi condición actual esos tres metros podrían bien equivaler a tres kilómetros, cuando por fin lo alcance, mis manos habían perdido la habilidad para sujetar objetos, de hecho ya
s noches ¿en qué