iles corderos también sabían mentir. El amor era para tontos y había caído en absurdas palabras vacías disfrazadas de cariño. ¿Qué más le quedaba? Su madre había mu
a carga más. Cuidar de un ciego no estaba en los planes de su hermana, pero lo hacía a pesar de to
o al mismo vacío, su mundo. La nada se había conv
uelo, pero no le importó. En su mente solo podían vislumbrarse recuerdos de ella, Margot, qu
, la chica más linda que hab
ré tus
alabras vacías, ella lo dejó por otra perso
pero no puedo qued
había nada más que su voz diciéndole que se ri
iar tu carg
ía ver el rojo de su sangre, sí pudo sentirla mientras bajaba por su brazo.