olorosos que prefería dejar en donde estaban, es decir, en el olvido. Pidió un café marrón grande con una
un par de segundos y le causaban un dolor en el alma punzante, de esos que tardan casi una vida entera en sanar, provocando que el muchacho se encontrara s
en dicha cafeteria, un hombre le propone matrimonio a su novia y ésta grita de emoción, sacando de con
r! Ese dolor en la
l capítulo, hora, minuto, segundo, ahora funesto para él, en el qu
ro como aves de rapiña sobre un cadáver de animal, como si estuviera viéndolo
que parecía venir del cielo y que una vez lo llevó a la delgada y fina cuerda que existe entre la locura y la razón. Luis pensó: "Lamentablemente para mi, nunca podré olvidarte, pues, los últimos eventos opacaron a los primeros momentos juntos; lo macabro a lo hermo
temeroso más bien espectativo, pues, más numca quería escuchar nueva