a, todo ahí era espléndido tan pulcro y tan brillante desde el diseño hasta las personas que ahí trabajaban; todos se veían sonrientes mientra
otando ahí todo lo que pensaba sobre los empleados, era de imaginar que tod
Faure -pidió amablemente ganan
un porte algo dominante por cómo se veía seguramente era muy cercano al dueño era el úni
ica se tensó ante la p
h -Hizo reverencia y
s veces la reverencia en forma de discu
ste se detuvo asombrado, cualquier otra persona lo hubiera dejado por los suelo
ión y puede que tome mucho tiemp
y luego le sonrió, Lucas la guió hasta la oficina de Leo mientras hacía los cálculos necesarios
l sofá mientras le prepara un café. Estaba nervioso, sin embargo, pudó mirar el hecho de
nte a ella, y sin disimular un
comunicó mientras se sentaba fren
ré me desconecte de todo. -Maya tomó la taza de café muy agradeci
eta y algunas carpetas del escritorio mientras se acercaba a la puerta- Ten
tiempo siguió pasando al punto en el que se aburrió con temor se acercó a la estantería de libros y tomó uno, la mayoría de libros que tenía ya los había leí
¿por qué le resultaba conocido? Leo por su parte sonr
cia "supongo que todos los empresarios debe
mantenía su mirada en cualquier otro lado que no fuera él, y él bue
sola palabra. -Con un tono burlón Leo decidió iniciar una co
l lobby -Lo había recordado, era él con quien había chocado el día de la cena. No obsta
es decir. -Leo la miro con desdén
o furioso por el hecho que había cambiado su tono completamente y nuevamen
mo. Supo que se había equivocado al tratarla así y ahora seguramente no la volvería a ver
s hombros. Maya un poco confundida abrió sus ojos ampliamente, miro de soslayo y
do salgas, es mejor que lo uses.
rse y luego mirarlo. Era estúpido sentirse segura tan só
Maya -Dijo y
o a su escritorio, le pidió a la recepcionista
ó a su mejor amigo sin despegar la mirada de aquellos papeles, realmente no les estab
r en la puerta lo miro y antes de salir por completo le dijo- Q
ue tenía en la mano y
scando a Maya hasta que a lo lejos pudo distinguir el abrigo de su
corrió así. Al ver que ella se había puesto el abrigo y lo estaba usando perfectamente sonrió,
urdo este ya esperaba un taxi y la estaba invi
rieron, subieron al ta
ía más "señorita Adish" y ella no lo llamaría más "señor Harrelson" cada uno llegó a su destino aunq
e que se lo puso no había dejado de inhalar ese aroma, en d