AM
ías d
ue siempre me ha quedado la duda de si mi padre la ha dejado es Suiza. Quizás cuando nació la ha traído aquí, si tan solo se dignara a decirme algo... No doy más... Estoy harta de esta situación, solo quiero encontrar a mi hija, ¿es mucho pedir? Me acuesto en el sofá y solo me quedo mirando al techo mientras que intento que se me quite un poco la rabia que llevo por dentro, porque el dolor es imposible que se vaya. El dolor simplemente se ha instalado en mi vida y se ha quedado ahí para evitar que yo pueda ser feliz. No entiendo como mi padre
ce y mi peor pesadilla se hace realidad. -Ya sabes lo que creo de eso, pero si tú quieres que veng
dre de mi hija, una que ninguno de los dos sabe que existe. -Cariño, ¿ya estas lista? - Me pregunta mientras sale del walk in closet acomodándose la corbata. -Si. - Respondo y su mirada se encuentra conmigo. -¡Te ves deslumbrante! - Halaga caminando hacia mí y me toma por la cintura para luego besarme. -No sé porque has insistido tanto en que me vistiera así. - Comento quitando el labial que ha quedado en la comisura de sus labios. -Sabes que me encanta cuando te vistes así. - Comenta y está por besarme nuevamente cuando el ruido del timbre nos interrumpe. -Ve a abrir, yo voy a buscar a Nico para darle su biberón. - Le explico. -Está bien, te espero en la sala.- Dice sonriente y una vez que él sale de la habitación, aprovecho para respirar profundo. -Tú puedes Zamira.