apenas reconocía y sin embargo estaba segura de que pertenecía a mi casa. No era solo por lo limpia que estaba nuestra mansión "encantad
o precioso y justo al fondo, a cada lado de la puerta del ático
lo: Me encontraba en Rosink Hall. Aunque esa no era una afirmación que me calmase por completo, la duda que tenía era en q
uarto. Abrí la puerta despacio y entré. No me pareció en absoluto mi habitación y de hecho, estuve a punto de marcharme pensando que me había equivocado ya que
eña ventana seguía ahí, al igual que la chimenea. Las dimensiones de la estanc
la puerta, pero mi curiosidad había sido despertada
pero parecían nuevos y bien cuidados. Aparté la vista de aquellos seres inertes y dirigí mi atención a algo que había en la repisa de la chimenea. Un jarrón con tulip
ía precisamente a que hubiéramos realizado la limpi
os la niña pequeña que había visto una vez anteriormente, entró. Aunque yo es
a abrazó y volvió a salir corriendo por donde hab
a daño a la pequeña. Salí de la habitación siguiéndola y una vez en el pasillo volví a verla. Estaba
que alguien la abriera. No sucedió. Pero una voz se
? ―preguntó la voz
migo a las casitas ―respond
or qué no te vas a jugar sola a otr
promet
! ¡Ahora no! Así qu
Pero el crío había sido muy cruel tratándola de esa forma. Entiendo que
ada más caer se limpió con la manga de su vestido. Desistió de llamar a la p
aba absolutamente nada, ningún trasto viejo guardado como si fueran momias esperando a ser resucitadas. Parecía que todo hubiese volado y en su lugar sólo había unos
ábilmente se hizo con una caja de madera bastante pequeña y rectangular que situó en el medio. Entre sus jugu
do también me recordaba a mí de pequeña. Nunca tuve muchos
iendo qué hacer a continuación cuando un ruido en mi cuarto me sobresaltó. Era como si la ventana se hubiera abierto de golpe. Volví rápidamente allí y para mi sorpresa, la ventana no estaba abierta. En realidad, ni si
y unas manos frías que chocaron contra mi espalda, empuj
i cama. Seguramente me habría caído sin darme cuenta. Me leva
ntasía. ¿Entonces por qué todavía me parecía notar aquellas manos diabólicas en mi espalda? ¿Y si Pamela tenía
que había comprado la casa, con prisas y sin pensarlo mucho. Así que sólo había pisado el edificio una vez, justo cuando llegamos a Los Ángeles, para saludar al director, que nos enseñara las instalaciones y poco más. Lo ún
mo estar en la boca del lobo. No había luz, tan solo en las habitaciones. Por lo que al llegar a las escaleras y empezar a bajarlas me agarré a la barandilla como si
aturdida e insegura. Pero nada como un buen
erta de entrada se abrió con cuidado. Mi hermana entró en casa silenciosamente y cerró la puerta de nuevo igualmente sin hacer ruido. S
erecho a meterme pero como siempre, la curiosidad
ué podía pasar? Di un paso adelan
aberte divertido mucho cui
endió en voz baja pero con
ue mi hermana había vuelto a llegar tarde pero eso
porque ya es un poco tarde
es! ―su tono enfadado
y es que si Rebecca no llevara su equipaje en la mano se habría lanzado
es de esas personas a las que no les importan tomarse una venganza si es necesario. Me volví a dormir