lamaron señorita y, con un suspiro, me di cuenta que era un caso perdido intentar que me llamaran de otra forma, por lo men
nuevo un discurso sobre mi buen comportamiento y la obediencia que le debía, so pena de que no me pasara ni un centavo y, aunque en ese momento no sabía qué con
al ginecólogo y me traigas un
QUE
el barandal de la escalera, igual que otros sirvientes de la cocina, el chef, los jardineros y hasta el
a unos metros más cerca para darle un puño en su rostro perfecto- Eso es una violac
evaran a la cárcel por pedirle algo así a una menor de edad, pero me callé en c
acó un papel del bolsillo delantero de su blazer. Lo desdobló y, paseando sus ojos entre el papel y mi cara, me explicó lo que acababa de decir-. Con tu difunta madre, planeamos una
sidad de cumplir ninguna condición. Tal vez sí era cierto que él, como mi tutor, podía administrar mi fortuna, hasta que yo cumpliera la mayoría de edad, en solo dos años, pero eso no lo facultaba para negarme la herencia
pregunta inocente, vi un atisbo de burla en sus labio
ado no había televisores, pero sí lo había leído en una de las novelas que escondía en l
que su cara parecía apenas mole
lo te diera una milésima parte de tu herencia? Digamos, solo lo suficiente para que te pudieras pagar un abogado mediocre, ¿te atreverías, entonces, con tu abogado
mis puños con toda la fuerza de la que fui capaz y quise dar los quince pasos que nos separaban para golpearlo, pero tamp
llas cumple con las exigencias consignadas en los fideicomisos en que se divide tu fortuna. La primera de ellas es que certifiques que todavía eres virgen -Miró al
QUE
n su sonrisa de perfectos dientes blancos alineados-. Me gusta que los jóvenes sean curiosos, ahora, ¿vas a
manera! Por supuesto que no voy a i
u sonrisa de canalla que disfrutaba con mi sufrimiento-. Lo único que imp
¿o es que crees que en un internado de monjas h
indiferencia, se veía encantador. No podía juzgar a mi madre po
certificada por un ginecólogo, o ginecóloga, no importa. Así que, si estás tan segura de que
¿Qué in
ecirlo, tan experimentada con ese c
derrite. Me calmé, mi padrastro tenía ese efecto con su sonrisa, después lo comprobaría, aunque en ese momento no supe por qué mi s
pero será lo último que haga, ¿me enten
había sacado de su bolsillo-. Recuerda que esto lo planeamos ent
que, como dije, ya no
las cuando hayas cumplido con alguna anterior -Sus ojos verdes volvieron a enterrarse en los míos por un segundo-. Bueno, ya debo irme, pero García queda
al girarme, lo vi abordar otro vehículo, un Me
s de ir al internado. Mi madre había cambiado a todo el personal de la casa después de su
que acababa de ser sometida, me sentía más cercana a l
unté al mayordomo que, sorpre
eñorita, y esto
ido García, uno de los tres chóferes de la mansión, que se llamaba Carlos.
er de unos cincuenta años-. Nos alegra mucho que la hija de la señora, que en paz descanse, haya venido a vivir aq
ión, pedí un sándwich de pavo. Aho