No porque no lo deseara, sino por los rumores que corrían sobre su madre. Así que si alguien deseaba entablar una conversación o conocer u
rse. Era yo la que no tenía por qué estar en la lag
n Felipe, era cierto que él y su hermano eran diferentes a todos los demás chicos, bueno no solo de los chicos, a todos los habitantes del pueblo. Aun así
o Ricardo, el nieto de don Felipe de eso estaba segura, al menos
nte cuando el joven le p
desee continuar mis estudios. Pero bueno, no puedo dejar a mamá sola. ¿Y usted? -Ella se sonrojó por su propia pregunta al darse cuenta de qu
isa de oreja a oreja, para nada se sentía incómodo hablando con ella, o respondiéndo
a tranquilo, al menos confirmaba que, como mínimo, su deseo no era
ré con él. - Aseguró Ricardo buscando aparcamiento nada más llegar a la ciudad, había pensado en varias cosas que hacer con ella, pero lo primero de
que se decían en el pueblo sobre su abuelo y su madre. - Si debo ir a la universidad, deberé de hacerlo sola, por mérito propio y tal vez ayudada con alguna beca -
go incómoda con la propuesta, aparcando justo al lado de una cafetería. Aun así, el aroma de café
que ella ya había desayunado, pero no le iba a decir eso al
lla, la hizo sentir alegre por
ta para abrirle la puerta y así ay
algo extraño pasó, algo que hizo que no pudieran apar
de ella a partir de ese instante, por lo que entrelazó sus dedo
tarde se dio cuenta de que había sido una mala idea cuando el aroma de la joven inundó todos s
provocaría tenerlo así, tan cerca de ella. Su respiración se aceleró casi al mismo ritmo
na que realmente no había escuchado jamás, ni en las no
idad por su lado, él la atrajo pegándola contra la pared, y cubriéndola con su cuerpo, protegiéndola, o más bien haciéndole creer que la protegía.- Ves... los de es
ado a la joven, mientras se decía a sí mismo «solo un poco más, no pasa nada si me
sentiría tocarl
ue el calor aumentaba un par de grados, a causa de la cerc
, «¿Sería así también en situaciones mucho más íntimas y con menos ropa?» a pesar de que no era lo que deseaba alejarse del
tantos ladrones de chicas bonitas como en las calles. - se obligó a volver
sos labios sobre los suyos, más no ocurrió, Ricardo se alejó de ella, solo para darse cuenta de que le hacía falta el aire, y que el ca
ce mucho antes comiéndose a besos tras una de las estanterías de la biblioteca, pero allí l
n traje de baño y ropa para que la tuya no se manche de arena y no te de
ostre que más me gusta es el pay de que
y no podían más que querer endulzar, ese momento pidieron varios trozos de Pay de queso y unos cuantos más de otros pasteles, porque a la chica parecía írsele los
o vería en toda su vida, convencido que por muchos años que pasaran sería impo
rdo, con sus dientes blancos, perfectamente alineados, pero no solo era su sonrisa, también esa forma de mirarla qu
ocido de antes o peor aún, no tenían ningún tipo de relación, sin embargo, ambos jóvenes podrían asegu