Corrí por toda la habitación con las manos en la cabeza, sobre la cama dejé alineadas las pruebas de embarazos, una al lado de la otra, todas con
llamar a Azucena, aunque, no tuve valor para hablar así que preferí enviar un mensaje. Cons
te. Creo que mi cuerpo estaba siendo claro en las señales que me mandaba, como si lo erizado de mi piel me dijera - ¡Oye, teng
la palma de su mano frente a m
ro que puedes acompañarme -
Guiño pícaramente el oj
me, despejar la mente, experimentar ese lado sensual de mi personalidad que estaba aflorando. Además cada rasgo del r
muerte. El sonido de las olas rompiendo en la orilla armonizaba el ambiente, sin mencionar qu
iero saber que esconden esos enormes ojos, saber que tienen que decir esos c
xplicaciones, pero que con un solo movimiento de su cuerpo tiene rendido a sus pie
uctor - Adelante, ¿Qué quieres saber de mí? Pregunta con confianza, cl
ía fascinado por la mujer que lo acompañab
digamos nada... Pues cuando las mi
abía experimentado hasta ese momento y que me hizo sentir viva. Me invito a bailar al ritmo de los tambores q
y la cercanía de nuestros cuerpos, gozando con cada roce y movimiento de caderas. Podía verlo sa
o juntos. En el centro del pecho sentía un globo que se expandía cortándome la respiración, un cosquilleo en los l
ía pegada a mis glúteos que no dejaban de rebotar al son de los tambores en esa pl
otro lado? - su
vacío en la boca del estómago, acompañado de unas ansias enormes por comerle los labios, entre otras cosas. Hasta ese momento, no habíamos ido más allá de simples toqueteos, li
egunto cerrando la pu
acitando inmediatamente de la locura que iba a hacer; ese no fue mi caso, el alcohol inhibió cualquier vestigi
recían salidos de las orbitas. Había dejado c
ganas, por el deseo y la excitación que me salía por los poros. Quería ser poseía por ese hombre en todas las formas posibles;
aló profundo -
tial fluía entre mis piernas. Toda mi piel estaba erizada, cada que su lengua se movía dentro de mi boca me contorsionaba, fu
ba a voluntad, además que su trasero fue una de las cosas que cautivó al instante. Sé que todas esas características son
e ese amante de una noche me estaba haciendo sentir, valían la pena el riesgo. Si tan s
Me volvía loca, los gemidos iban en aumento, poco me importaba si me escuchaban (por el contrario). El no dejaba d
s; dispuesto, obedeció de inmediato. La sensación era tan rica que me perdí por completo al tenerlo dentro de m
e aquel viaje, me sacudí tratando de recomponerme pues sa
. vine lo más rápido que pude. Tuve
parloteando sin respirar. Opte por no decir nada,
isca, esta es una broma muy pesada. No, no, no, tú me tiene
nzado enseguida, en estupor total no dejaba de ver las pruebas
por Dios! ¿Te dejast
o ¡No!...
ber tú, con él fue el único que estuviste e
No me vayas a matar, pero, ha