itó - ??Qué no lo entiendes...?!
DOS LOS CIUDADANOS DEBEN OBEDECER.
stilla y camina fuera de su habitación, s
inexistente tiempo. Los recuerdos de Matilda aparecen como flashes que encandilan sus inundados ojos. Aquella sonrisa, aquella hermosa piel negra, aquel olor a manteca combinado con fresa y menta, aquel cabello crespo, toda Matilda se i
ridad por la peque?a ni?a de risos curvos y sonrisa espectacular. Matilda le hablaba por horas a la hermosa ni?a aprovechando la ausencia de los padres, quienes trabajaban por más de 13 horas para el autoritario gobierno. Isis, como buena ni?a, acribillaba a Matilda con miles d
a Matilda a Isis cada vez que contestaba una pregunta polémica, luego le
iándole a Isis que es hora de desayunar. El estruendo saca a la joven de su letargo,
én sobre la mesa, pues ni tiempo tuvo de s
stá a escasos 5 metros, o comer con las manos y pasarse con saliva el huevo. Un impulso anárquico la hace levantarse como si tuviera un resorte en sus nalgas y correr hacia la cocina. Con la rapidez propia de un corre
is empiez
cialmente terminado. Sin embargo el sonido es una redundancia, pues la bella chica hace rato que term
proyectada por los ojos del búho que esta sobre el lavaplatos de la cocina. La proyección es la de una bella mujer rubia de unos enormes ojos verdes. Los ciudadanos llaman coloquialmen
es dulce (De apariencia solamente) y habla con voz pausada, pero grosera, fría, y sin emociones – Aunque siempre muestra una sonrisa fingida cua
Ea – La decisión sobre su futuro le será anunciada
e lleven a San Qu
l holograma - Pero usted debe darse cuenta – A?ade – que es la segunda v
ero
U SEGURIDAD. Si los humanos no toman conciencia de que con su respiración
lancólica últimame
- Replicó Ea con una sonrisa burlona en sus labios – A
ero
vez más – sobre su futuro le será a
e desaparece es su ojo derecho, el cual queda flotando sobre la mesa
rar, pero esta vez sin lágrimas. Tin, tin, tin, el reloj en forma de búho de su mu?eca empieza a a