Un accidente automovilístico desencadena un serie de eventos desafortunados para dos de las familias más poderosas de la ciudad de las montañas. La venganza es una práctica muy común entre la educación de estas familias descendientes de escoceses; lo que pronto repercute en un médico dedicado a su profesión por más de 20 años y contra una enfermera que solo se dedica a hacer las cosas como deben de ser. Aunque hacer lo correcto no la salva de un destino fatal, ella pronto olvida su vida pasada y se enfoca en reconstruir la historia de lo que era antes de conocer la isla. Sus enemigos se vuelven aliados, sus amigos se vuelven enemigos y su familia un triste recuerdo que no puede recuperar. La ambición juega un papel importante en los sucesos futuros y el amor un arma peligrosa para manipular.
El Otro Infierno - La Isla
Era una mañana ajetreada, como cada día en la ciudad de las montañas; aquel día de Noviembre recibía con una asombrosa noticia a los apurados oficinistas, comerciantes de comida y obreros en general que tenían que tomar un autobús desde las 5:00 de la mañana para llegar a tiempo a sus respectivos trabajos. La noticia era tan asombrosa para muchos ciudadanos, como también era algo que otros pocos ya lo esperaban; y es que la hija menor de una de las familias más adineradas, poderosas e influyentes de aquel lugar, había muerto.
El 21 de octubre de 1987 la hija menor de la familia Gwyddyon Bisset; Eileen. Había llegado al hospital al área de shock con fractura de cráneo, desgarre severo del muslo derecho, estallamiento de viseras y casi desprendimiento total de una de sus manos. Y es que la joven de tan solo 24 años había sufrido un accidente automovilístico.
Eileen había salido de su casa una noche antes; como casi cada fin de semana ella se reunía con amigas para divertirse en las discotecas más exclusivas.
Su amiga Sonia de la misma edad era una persona muy sensata, responsable y madura para sus años de vida. Los padres de Eileen le tenían una plena confianza, pues además de ser una buena influencia y amistad para su hija, ella era también miembro de una familia adinerada.
Aunque Sonia a diferencia de la familia de Eileen que venían de ascendencia Escocesa pero establecidos en México, la familia de ella eran muy arraigados a sus orígenes hispanos, pero tan influyentes como la familia Gwyddyon Bisset, lo que hacía que fueran unos grandes aliados de este gran país que los había acogido hace ya tres generaciones.
Sonia se supone que se vería con Eileen en la discoteca "¡Marimba, Oh!", pero una llamada inesperada la hizo retrasarse. Eran las 11:00 de la noche, Sonia se encontraba conduciendo hacia el lugar donde se vería con esa persona que minutos antes la había llamado para verse con asunto urgente. Por otro lado, Eileen ya se sentía un poco desesperada por la tardanza de su mejor amiga, aunque sabía que no la dejaría abandonada, esta vez sí que había tardado más de lo usual. Ya habían llegado otras dos amigas, así que no estaba del todo sola, pero en verdad ella quería que estuviera en ese momento Sonia; tenía que contarle la gran noticia. Y es que ella estaba embarazada. Obviamente sus padres no lo sabían, ni hermana, ni hermano mayor. El único que lo sabía era el papá de su bebé no nato.
Hace algunos años atrás Eileen se había enamorado del único hijo de la también familia poderosa Nuada-Airgetlhamh, Sedrick. Un joven prodigio para los negocios, de origen celta, apuesto y muy reservado. Él había amasado grandes cantidades de dinero, multiplicando su fortuna desde la muerte de sus padres.
Sedrick tenía 30 años de edad y había quedado huérfano de padres a la edad de 15 años.
Como único heredero de la familia Nuada-Airgetlamh y de la familia Arwen, por parte de su madre. Se había convertido en uno de los jóvenes multimillonarios más importantes del mundo. Aunque su abuelo que era el tutor y mentor lo estaba preparando para que se convirtiera prontamente en el dueño de las compañías y tomara el poder de la herencia total. Y es que su abuelo y único familiar, ya era un hombre de muchos años, incluso había librado a la muerte con sus dos recaídas de Cancer, la pelea con su hermano mayor por las empresas familiares que casi lo llevan a la muerte por el intento de asesinato de parte de su consanguíneo y, el infarto que tuvo al saber del fallecimiento de Sofrono y Enya, padres de Sedrick.
Eileen lo había conocido cuando era una niña, y aunque él la veía como una hermana pequeña al principio, ella no desistió que algún día se casaría con él, y lo logró. Aunque era un matrimonio que habían consumado a escondidas de los padres de ella, aún así pronto tendrían que revelarles la verdad a la familia. Y es que el asunto que había entre la familia Gwyddyon Bisset y Nuada-Airgetlham era la asociación y ligera disputa de una corporación de tecnología, que por los hechos del avance del país pintaba para ser muy importante y valiosa, ya que poco a poco las computadoras, teléfonos celulares y el llamado internet, tenían más y más alza en la bolsa de valores.
Sedrick era astuto, aún así el matrimonio Gwyddyon Bisset que también eran sus socios, pensaban que por estar solo era fácil persuadirlo para arrebatarle la empresa en unos miserables millones. Pero él jamás vio como posibilidad dejarles el poder de la empresa que su abuelo y padre habían fundado con Cearbhall Gwyddyon, padre de Eileen. Así que Cearbhall había intentado una última vez emparejar a su hija mayor Morgana con Sedrick, pero esta joven no tenía una pizca de gracia, además de que no podía ocultar sus verdaderas intenciones, ya que ella como la hija mayor de aquella familia codiciaba el mando de la empresa.
Aunque Morgana, era de piel blanca con cabellos castaño y labios rojizos, no podía opacar a su hermana menor, que tenía una silueta muy femenina, con su cara en forma de corazón, cabellos castaño y ondulado que llegaba hasta su cintura, con una sonrisa que hacía que cualquiera se derritiera de ternura con tan solo verla. En pocas palabras, era la alegría y belleza de la familia Gwyddyon Bisset.
Sedrick rechazó el matrimonio con Morgana, pero no se atrevía a si quiera mencionar una posible relación amorosa con Eileen, ya que esta solo tenía 18 años de edad en aquel entonces, además que él no la veía de esa forma... Como una mujer que pudiera tenerla en todos los sentidos. No podía concebir eso, incluso alguna vez que se le cruzó la idea fugaz por su mente se sintió tan apenado consigo mismo.
Pero el tiempo fue pasando, las dos familias cada vez estaban más tensas, surgían discusiones por bajas mínimas en la bolsa de valores y el ambiente se sentía pesado cuando Morgana iba a las juntas de la empresa, ya que esta fue rechazada, y esto había sido humillante para ella y toda su familia. Aunque detrás de todo esto se empezaba a hacer una amistad más grande que llegó a enamoramiento por parte de Sedrick y Eileen. Ellos se amaban con locura, pero Eileen quería que los padres de ella aceptarán a Sedrick, aunque intentaron muchas veces revelar su amor secreto a sus familiares, siempre surgían discusiones en torno a la empresa y echaban en cara el rechazo hacia Morgana.
No podían decir nada del amor que sentían, pero Eileen con el paso de los años fue confirmando que en verdad ella quería estar con su amado.
Era tanto el amor, que ella le propuso matrimonio a Sedrick, él se sorprendió, pero inesperadamente la locura lo invadió y aceptó con una felicidad que sentía que se le desbordaba. Aunque ella le dijo que solo estarían ellos dos en la boda, que no lo sabrían sus padres, pero que muy pronto se atrevería a contárselo a su familia. Sedrick la amaba tanto que aceptó sus términos y finalmente se casaron. Unos tres años después ella se embarazó, lo que hacía más presión sobre contarle a sus padres de su matrimonio, algo que claramente lo verían con desaprobación, pues al haberlo hecho a escondidas era una vergüenza para la familia.
Ella estaba dispuesta a contarlo, no importaba qué pasara, aunque tenía miedo no dejaría que eso la hiciera retroceder.
La noche de la reunión con Sonia, ella le revelaría que estaba embarazada y que se había casado hace ya tres años. Tal vez Sonia se molestaría por no saber desde tiempo atrás sobre la boda secreta, pero sabía que lo entendería.
Se sentía ansiosa y feliz de contarle, además necesitaba el apoyo de la amistad y sus buenos consejos.
Pero Sonia no llegó al lugar y ya era la 01:00 de la mañana. Había pedido el teléfono al cantinero y marcado al celular de Sonia, pero esta no contestaba. Le dejó un mensaje donde le decía que iría a su casa para verificar si estaba todo bien, que no se moviera de allí, que en una media hora llegaría.
Salió de la discoteca un poco más tarde de lo planeado, ya que sus otras amigas querían estar un poco más con ella, y a Eileen se le hacía una grosería dejarlas tan pronto después de que tenían un año sin verse, pues ellas habían estado en el extrajeron estudiando. Así que se tomó una hora más de charla hasta que pudo salir del lugar. Caminó por la acera, no estaba sola la calle, seguían llegando más jóvenes para disfrutar; se acercó al chico que vestía un chaleco color negro y le dio un boleto con un número. El chico buscó las llaves y se las aventó a otro joven, este corrió y fue a traer el auto de Eileen.
Eileen inclinó la cabeza en agradecimiento y le dio dos billetes de diez pesos mexicanos al chico del chaleco, este sonrío y le hizo un ademán para que ella subiera al coche.
Subió al auto y empezó a conducir hacia la casa de Sonia.
En el camino se preguntaba qué podría haber pasado para que su mejor amiga no llegara ni contestara ese gran celular que traía en todos lados y del cual estaba orgullosa. Aunque los celulares no estaban en su auge, los que poseían uno era porque tenían mucho dinero para comprarlo o porque la empresa en la que trabajaban se lo proporcionaban para atender asuntos importantes de inmediato. Aunque eso a Eileen no le importaba mucho, a ella no es como si le faltara dinero o tecnología en su vida, ya que era accionista de una de las empresas más famosas en esa rama; eso no era un motivo para que ella tuviera un celular. Incluso ella sentía que podía vivir sin tanta tecnología, y no era de extrañarse que fuera la única de su familia que no portara un teléfono móvil.
Eileen manejó por una avenida nueva, se supone que era más rápida que las antes construidas, aunque esta tenía un detalles en particular. Esta avenida la habían construido mal; la constructora había ganado la concesión del gobierno y en realidad solo se robaron el presupuesto, haciendo mal los planos y el material de esa avenida. Otra constructora intentó arreglar el desastre que habían hecho los ingenieros anteriores, pero quedó un "detalle". En cierta distancia había un letrero que pedía disminuir la velocidad, esto con el fin de que no circularán con gran rapidez por un camino que se iba reduciendo para quedar en un muro de concreto, donde fácilmente un auto podía estrellarse. Este "detalle" fue difícil retirarlo, pero lo usaron de puente peatonal, pues justamente podía caminar una persona por ese estrecho puente, que originalmente era para un auto.
Eileen no acostumbrada a manejar por esos rumbos sin chofer, pasó de largo el aviso de disminuir la velocidad y en dónde debía seguir su curso. Manejó a marcha acelerada, pues no había autos a esa hora; siguió su camino y cuando se dio cuenta que había llegado a una calle estrecha y sin lugar para girar bruscamente, solo alcanzó a pisar el freno lo más profundo y apretó el volante con toda su fuerza. Sus ojos se abrieron demasiado hasta que sus grandes pestañas casi pegaron a sus cejas, levantó los hombros como si quiera detener el auto con su cuerpo. Vio el muro y cerró rápidamente los ojos, los apretó muy fuerte, pero lo siguiente a eso no sintió dolor alguno cuando se supone que debía sentirlo, después abrió instantáneamente de nuevo sus ojos y vio el gran río que cruza la ciudad. Ella se encontraba cayendo hacia las rocas que se encontraban en la orilla del río y, de pronto, solo vio la maleza y el agua circulando entre ella. Poco a poco sus párpados fueron cerrándose. Todo pareció tan rápido, incluso la adrenalina no la dejó sentir dolor alguno cuando se había estrellado con el parabrisas, tampoco sintió la lámina de la puerta cortar la piel de su mano hasta dejarla expuesta a tendones y arterias. No sintió así los vidrios incrustándosele en sus brazos o rostro, ni el golpe del volante que casi se hunde en su abdomen; lo único que sintió fue miedo. Así como su último pensamiento fue la imagen de un bebé y la de Sedrick besándola.
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