Ella cree en el amor verdadero, él ni de chiste. Ella es independiente, él es un mantenido arrogante. Ella lucha por sus metas, él solo vive el momento. Ella se enfoca en sus estudios, él es un mujeriego incorregible. Tanto Lina como Yerik provienen de familias ricas, pero sus mundos son totalmente diferentes. Ambos serán los herederos de las empresas de sus padres, pero sus destinos están más ligados de lo que ellos mismos pudieran creer. Cansada de lidiar con las normas tan exigentes que le imponen sus padres y que solo la han confinado a seguir órdenes desde que tiene memoria, Lina toma la decisión de huir de su casa y hacerse un camino propio, lejos de todo. Por otro lado, el padre de Yerik, harto de ver como su hijo desperdicia su vida entre fiestas y mujeres, decide tomar control sobre él y toma una drástica decisión que Yerik deberá cumplir. Es entonces cuando ambos se conocen y deberán aprender a vivir juntos, pero ¿los polos opuestos se atraen? Pues eso es lo que dicen, la verdadera pregunta es ¿esa atracción se puede convertir en amor? Y, ¿qué tan sólido puede ser ese sentimiento?
Moscú, Rusia.
Lina
Ha pasado una semana desde mi graduación del instituto, no es por presumir, pero me he graduado como la mejor de mi promoción llenando así de "orgullo" a mis padres, quienes han organizado una fiesta con algunos de sus amigos y socios en uno de los salones de nuestra mansión, todo esto para supuestamente como ellos dicen «celebrar por todo lo alto aquel primer logro de su única hija».
Ante los ojos de cualquiera de los presentes, los Katiev somos la familia perfecta. Pero, a puertas cerradas salta a relucir la realidad, una completamente diferente de la que le muestran mis padres a la sociedad y que no es otra cosa más que solo apariencias.
Yo he vivido siempre presionada por las exigencias de mi madre, Anna es amante de la excelencia y disciplina y, me somete a cumplir con lo que me pide, yo, en la medida de lo posible lo hago para no tener problemas.
No recuerdo ya cuando fue la última vez que había recibido una muestra de cariño por parte de mi madre, pero a mis diecisiete años he comprendido que a ella le importa más un par de zapatos costosos, que yo. Mi padre, aunque un poco más razonable que mi madre, espera que yo cumpla a cabalidad sus altas expectativas.
Al ser hija única, todo el peso del legado de mi padre cae sobre mi, Andrei es el tipo de padre que vive metido en su oficina, piensa que con solo generar dinero es suficiente aporte de su parte.
-¡Esta maldita fiesta no tiene nada que ver conmigo! -pienso sintiéndome aburrida en este lugar rodeada por personas que solo están aquí por mis padres-. ¿A que hora piensa venir Natalya?
Caminaba a través del salón, buscando
desesperada con la mirada a mi única amiga, tengo la suerte de tenerla, es la única chica de mi edad a la que mi madre me permite hablarle.
Pasaba en medio de la multitud de personas, fingiendo siempre una sonrisa en mi rostro, todos con copas de vino y champaña en las manos, todos vestidos elegantemente, portando relojes y joyas costosas, mostrando su lado más superficial a los demás, ya estoy harta de aparentar que me siento bien en este ambiente, pero no puedo quejarme, debo seguir sonriendo.
Veo a mis padres conversar con los Chernov, antiguos socios de sus empresas de tecnología. Los Chernov tienen dos hijos, uno llamado Dimitri de veintiocho años ya casado y otro de veinticinco años llamado Erich, el rebelde consentido de la familia y que no para de molestarme cada vez que se encuentra conmigo.
Caminando al encuentro con mis padres y como si de una broma de mal gusto del destino se tratase, Erich salió a mi paso, colocándose frente a mi con una sonrisa de suficiencia y ojos llenos de lujuria.
-Hey, Linita...
-Erich... Estoy ocupada ¿qué quieres?
-¿Siempre tienes ese carácter? Solo quería saludarte... Por cierto, felicidades por tu graduación.
-¡Gracias!... Si eso es todo, debo seguir mi camino. Con permiso.
-¿Por qué parece que siempre estás enojada y con prisa? Relájate un poco, disfruta de mi compañía.
-¡Ja! ¿Por qué siempre pareces tan antipático? Ah ya sé, no me respondas... Es por que lo eres. Debo decirle algo a mis padres, déjame pasar.
-Incluso sin tu amiguita la fiera, te defiendes muy bien... Buenas noticias para ti, así como eres tú me gustan y mucho.
-Pues siendo ese el caso, así como eres tú me repugnan y mucho...
-Cariño, del odio al amor hay un paso... Tus padres están hablando con los míos, ¿ya viste como nos miran? Apuesto a que se imaginan que seríamos una linda pareja.
-¡No me digas así! Y no digas estupideces, me metería a monja antes que tener algo contigo.
-Eso ya lo veremos, cariño.
Puse mis ojos en blanco, ya fastidiada por la presencia de Erich y es que solo escucharlo hablar me da dolor de cabeza. Por suerte para mi, su hermano se ha dado cuenta que me siento incómoda con él y parece que viene a mi rescate.
Nos saludó a ambos y disimuladamente empezó a decirle algunas cosas solo a él, aquella distracción me sirvió para retirarme de allí lo más rápido que pude y así seguir mi camino.
Es increíble la cantidad de personas que están aquí solo para quedar bien con mis padres, todo me es tan falso que me dan ganas de vomitar...
Finalmente estaba a unos pasos de mis padres, cuando sentí como alguien me tomaba del brazo y hacia que me girase en su dirección.
-Hey Lina, alégrate ¡ya llegué!
-¡Natalya! Menos mal que eres tú, pensé que sería nuevamente el idiota de Erich.
-No me digas que ese cabeza hueca te estuvo molestando... ¡Agárrame porque sino ahorita voy y lo pongo en su lugar! ¡Que me agarres te digo! ¿O es que de verdad quieres que vaya y le dé de golpes?
-¡Por Dios! Deja ya el drama Naty, ya sabes que no me dejo decir estupideces de él... En fin, ¿por qué tardaste tanto?
-Sé que me extrañaste nena, pero mis padres quisieron pasar primero a casa del embarazado de mi hermano a saludar.
-La que está embarazada es tu cuñada, no él.
-Pero el que tiene todos los síntomas y aspecto de moribundo es él, no ella.
Que Naty ya estuviese aquí conmigo es un gran alivio, es la única persona verdaderamente auténtica entre tanta gente falsa... Luego de reírnos un poco por lo que me contó de su hermano, empezamos a caminar buscando la salida al jardín.
Noté que mis padres ya no estaban en el lugar donde los había visto antes, se habían perdido de mi vista. No le tomé importancia y seguimos rumbo al jardín, quería un poco de aire fresco.
Dirigiéndonos a uno de los árboles de manzanas que estaban plantados en el patio trasero, pude ver a mis padres en la terraza cerca a la piscina, mi madre y la señora Chernova fumando cigarrillos y mi padre y el señor Chernov con sus copas de licor mientras
seguían hablando.
No pude resistirme a saber que tanto hablaban, era muy inusual que mis padres entablaran conversaciones tan largas solo con algunos de sus socios.
La curiosidad nos picó a Naty y a mi cuando nos miramos al mismo tiempo, fue entonces que nos escabullimos hasta llegar lo más cerca posible a ellos sin ser detectadas.
-Estoy segura que esta unión nos abrirá las puertas para negocios más lucrativos, una vez que se concrete -escucho decir a mi madre.
-Pero, Anna ¿está usted segura que su hija querrá casarse con nuestro hijo?
¿Qué? ¿De qué están hablando?
Naty y yo nos miramos con una marcada sorpresa en nuestros rostros, un escalofrío empezó a dispersarse por toda mi piel cuando escuchamos lo siguiente que respondió mi madre.
-Alina hará exactamente lo que Andrei y yo le digamos, no se preocupen por eso. Una vez que ella cumpla los dieciocho años, se casará con Erich y así nuestros lazos serán más fuertes.
Quedé en estado completo de shock en ese momento, no me di cuenta cuando algunas lágrimas brotaron por mis ojos, no podía creer lo que había escuchado.
La primera en reaccionar fue Naty, me tomó de la mano y me sacó de allí sin que nadie se diera cuenta. Entramos nuevamente en casa, yo me dejaba conducir por ella en medio de las demás
personas, llegamos hasta mi habitación.
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
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