Esta historia se desarrolla en la Inglaterra del siglo XIX, específicamente en Londres, en la corte inglesa, donde se encuentra el tercer Duque de Wellington, hijo mayor de los Archiduques imperiales y sobrino del Rey de Inglaterra, llamado Adler Remington. Este hombre fue víctima de un engaño muy bien elaborado, el cual le hizo creer que su esposa le fue infiel con un Noble de inferior rango, lo que trajo como consecuencia, que él exiliara y humillara a su ex esposa, la ex Duquesa de Wellington Giorgiana Cavendish, la cual fue desterrada junto a su familia, a las tierras altas escocesas. Estando en este lugar, Giorgiana fue destrozada en lo más profundo de su corazón, debido a un abuso sexual al que fue victima, durante su exilio, hecho que sumergió su existencia en el más absoluto dolor y resentimiento, ante quienes le desgarraron la vida de una forma muy despiadada, pero sobre todo, que la llenó de un profundo miedo y una mortal desconfianza. Sin embargo, un año después de este terrible suceso, el Duque de Wellington se da cuenta que la mujer que aún ama, es completamente inocente de todos los delitos, por los que fue condenada, por lo que Adler Remington no sólo tendrá que demostrarle a Giorgiana lo arrepentido que está, por no haber confiado lo suficiente en ella, sino que además, él deberá trabajar arduamente, para ganarse de nuevo, no sólo su confianza, sino también su perdón, el cual es de vital importancia, para que Giorgiana pueda deshacerse del miedo en el que se encuentra, desde ese fatídico día, en el que por culpa del desgarrador abuso sexual que ella sufrió, su confianza en sí misma y en las demás personas, fue derrumbada por completo, sumiendo su existencia, en la más densa tiniebla. Sin embargo, para Giorgiana no será sencillo, volver a confiar en sí misma y en su ex esposo Adler, pues, a ella le costará lo indecible, perdonar al hombre que juró un día ante un altar, amarla por siempre y protegerla con su vida si era necesario; pero que terminó despreciándola de la peor manera, por un delito que ella nunca cometió; convirtiéndola en una mujer llena de miedo y de desconfianza, hacia sí misma, hacia el mundo entero, pero sobre todo, hacia el Duque de Wellington, quien fuese el gran amor de su vida. ¿Logrará Adler Remington alcanzar el perdón de la mujer que aún ama? ¿Logrará Giorgiana Cavendish recuperar la confianza en sí misma y en su ex esposo? ¿Qué tendrá que hacer Adler para demostrarle a Giorgiana, lo arrepentido que está? ¿Podrán ambos darle una segunda oportunidad a su amor?
Adler Remington, tercer Duque de Wellington, Marqués de Oxford y Barón de Netherfield, llevaba más dos horas encerrado en su despacho. Con la mirada fija en el fuego de su chimenea, pensaba en lo imbécil que había sido, al no haberse dado cuenta del cruel engaño del que había sido víctima y por el que había hecho tanto daño a la única persona que pudo ver en él, algo más que sus títulos nobiliarios o la aristocracia que llevaba en la sangre.
Se cubrió el rostro con pesar, al comprender que gracias a las dudas y la desconfianza que sembraron en él y a las perversas mentiras que lanzaron en contra de quien, ahora reconocía, era la única mujer que verdaderamente amaba, le arruinó la vida al único ser que vio al hombre que se esconde detrás de tanto lujo, prestigio y dinero; al verdadero Adler, o como ella siempre le decía, "Su amado y dulce corazón".
Aún no podía creer como él, siendo un hombre de treinta años, con tres de los títulos nobiliarios más importantes de toda Inglaterra, los cuales había llevado de manera excepcional, ganándose así el honor de muchos nobles, (incluido, el de su propio tío, el mismísimo Rey de Inglaterra, quien lo quería como a un hijo), hubiese caído en esa trampa tan bien elaborada de una manera tan tonta. Se sentía sumamente culpable y profundamente avergonzado.
¿Algún día podrás perdonarme por haber destruido nuestro paraíso, amor mío? ─susurró al vacío.
Highlands, Escocia.
Giorgiana Cavendish estaba sentada bajo la sombra de un árbol frondoso, situado cerca de la humilde casa en la que vivía junto a su familia, dos años atrás, cuando decidieron apartarla de la vida en su amada Inglaterra y residenciarla en tierras escocesas, el lugar al que fue exiliada de forma tan cruel.
Llevaba dos horas con la mirada fija al frente, recordando lo feliz que fue durante aquellos tres años, al lado del único hombre al que amó de una manera profunda y real. Un hombre por el que estuvo dispuesta a renunciar a su propia vida para llegar a ser lo que todos esperaban de ella, en vista del título que, al casarse con él, ella poseería. Y lo hizo con todo el gusto, porque realmente ella lo amaba y solo quería que él se sintiera orgulloso de haberla hecho su esposa y su Duquesa.
Aún recordaba con algo de gracia las interminables clases de etiqueta, buenos modales y genealogía aristocrática, de la familia del que en ese momento fuese su futuro esposo. Clases que debía tomar a diario, a fin de ser digna de llevar los títulos nobiliarios que durante tres años le pertenecieron: Duquesa de Wellington, Marquesa de Oxford y Baronesa de Netherfield.
Sin embargo, el título que ella más ostentaba era el de ser la esposa del hombre al que le entregó su vida entera. El hombre que terminó destrozando su corazón y el paraíso que ambos habían construido a base de comprensión, comunicación y amor mutuo, o eso creía ella, hasta que, por una malintencionada trampa puesta en su contra, el hombre que ella consideraba un ángel, se convirtió en un verdadero demonio, destruyéndole la vida entera, no solo a ella, sino también a toda su familia.
¿Por qué no pudiste confiar en lo profundo de mi amor por ti? ¿Por qué no creíste en mí? ─susurró ella con voz apesadumbrada al vacío ─¿Algún día lograré olvidar y perdonar todo el daño que me hiciste, Adler?
Wellington Hall, Inglaterra.
El Duque de Wellington llevaba ya cinco horas encerrado en el despacho de su residencia principal, consumiéndose el cerebro, pensando de qué manera podría volver a hablar con su ex esposa y pedirle perdón, tras haberla humillado y exiliado lejos de Inglaterra, a ella y a su familia, despojándolos de todo lo que tenían. Y todo, ¿por qué? Por haberse dejado llevar por su estúpida impulsividad; impulsividad que, en ese momento, lo tenía sumido en el peor de los arrepentimientos y la más desgarradora angustia.
De repente, escuchó unos toques a la puerta y al dar la autorización de entrada, ingresó al despacho uno de sus mejores amigos, Ian Gacy, Duque de Norfolk.
─Adler, ¿qué ocurre? ¿Por qué estás encerrado aquí desde hace cinco horas? ─Preguntó Ian -¿Por qué estás bebiendo tan temprano?
─¿Cómo supiste que estaba encerrado aquí? ─preguntó el Duque desde la ventana, con la mirada fija en los jardines de su palacio─ ¿Quién te lo dijo?
─Todo el personal está preocupado por ti. De hecho, era tanta la angustia del señor Thompson, que no dudó en enviarme una nota en la que decía que me necesitabas con urgencia; y al ver tu estado, veo que no se equivocó. ¿Qué es lo que está pasando? ─le dijo Ian.
─Veo que mi mayordomo me conoce mejor que yo mismo. ¿Sabes? Una de las cosas que más me gustaba cuando Gigi era mi esposa, era cuando yo la veía en el jardín desde este mismo lugar, y ella levantaba la vista y me miraba sonriéndome dulcemente. Te puedo jurar que, con cada sonrisa que ella me obsequiaba, también me regalaba vida y alegría. Estando con ella fui verdaderamente feliz, ya que su optimismo definitivamente me envolvió ─afirmó el Duque de Wellington.
─Y me consta, porque cuando Giorgiana estaba aquí, su alegría era tan contagiosa, que todo Wellington Hall, quedó inundado de sus risas. ¿Pensar en esto es lo que te tiene en ese estado? ¿Pensar en ella cuando vivía aquí es lo que te entristece? ─le dijo el Duque de Norfolk.
─No, al contrario. Ese es uno de los recuerdos que siempre atesoraré en mi corazón ─dijo Adler Remington.
─Entonces, ¿Qué es lo que sucede? ─preguntó Lord Norfolk.
─Me tendieron una trampa Ian, eso sucede. Me hicieron creer que Giorgiana me había sido infiel con Axel Fersen, que ella solo se casó conmigo para obtener una alta posición en la aristocracia inglesa, y de esta manera, robarme todo el dinero, para irse con su amante, el Conde Fersen ─dijo el Duque de Wellington ─y eso nunca fue verdad.
─Pero si desde el principio te dije que eso era una perversa mentira y no quisiste escuchar. ¿Por qué estás tan convencido ahora de que no es como tú creías? ¿Por qué ahora estás tan seguro de la inocencia de Giorgiana Cavendish? ─le preguntó Lord Norfolk.
─Quizás mi corazón nunca creyó que Gigi era culpable. Pero mis celos y creer que ella me había traicionado, nublaron mi razón y mi buen juicio ─contestó Adler.
─Amigo, te advertí tantas veces que no actuaras movido por la rabia, porque te ibas arrepentir, pues yo sé lo impulsivo que tú eres. Pero supongo que en este momento habrá ocurrido algo que terminó convenciéndote de la inocencia de Gigi, ¿O me equivoco? ─dijo Ian, apesadumbrado por ver a su amigo tan afligido.
─No, no te equivocas. Mira esto... –le dijo Adler entregándole la misma carpeta que él había recibido horas antes. "¿Ahora entiendes el motivo de mi angustia?" ─le preguntó a su amigo, que tenía los ojos abiertos del asombro, mientras leía los documentos que contenía la carpeta. Después de unos minutos de silencio, Adler continuó al decir:
─No sólo acusé falsamente de adulterio y robo a la mujer que amo, sino que la humillé completamente, tanto en privado como delante de todos. Y, no conforme con eso, la exilié lejos de Inglaterra, despojándola de absolutamente todo. ¡Y ella nunca hizo nada reprochable! Ahora ella está muy enferma. Yo, que tanto prometí protegerla de todo y de todos, fui el que le causó el peor de los daños. Soy un monstruo. ─Y diciendo esto, Adler se cubrió el rostro con sus manos, en señal de derrota.
─No sigas flagelándote con algo que ya ocurrió y que no puedes deshacer, la pregunta ahora es, ¿qué piensas hacer? Porque si Giorgiana está tan enferma como este informe dice, debería regresar a Inglaterra de inmediato ─dijo Ian.
─Lo sé. Sin embargo, ¿Qué hago para que me escuche, al ser yo la persona que más debe odiar en la vida? ─preguntó el Duque de Wellington, mientras un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
El empresario Park Kyong, lo perdió todo por culpa de personas inescrupulosas, que no conforme con acusarlo de corrupción, se encargaron de que fuera a prisión, durante 5 años, por lo que, una vez puesto en libertad, este hombre sediento de venganza, cometerá el peor error de su vida, al utilizar a un ser inocente en sus planes de revancha, sin contar que él terminaría perdidamente enamorado, de la mujer a la que hará mucho daño y que lo odia con todo su corazón.
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?
Clara Goodman, es la primogénita de la familia Goodman, una familia de empresarios de Nueva Zelanda, su madre murió cuando ella tenía seis años, y su padre volvió a casarse poco después con una mujer que la odiaba, más aún cuando nació su hija, y hermana de Clara, Karen, a la que su madrastra consideraba la verdadera heredera de la fortuna Goodman. Justo por eso hace que la vida de Clara durante su infancia un auténtico infierno. Los años más felices de la heredera, fueron cuando fue enviada por su padre, que desconocía lo que verdaderamente pasaba en su casa, a los Estados Unidos, exactamente a Washington, para estudiar en la Universidad, cumpliendo así la promesa que le hizo a la madre de Clara. Una noche que una compañera de la universidad le hicieron una jugada, tras emborracharla, Clara acabó pasando la noche con un desconocido, que resulto ser el multimillonario turco más poderoso de Asía, Azize Osman, Dueño del grupo Osman. A la mañana siguiente, Clara huyó, avergonzada sin dejar rastro de quién era ella, por el contario Azize pensó, en un principio, que ella era mujer de la noche, hasta que descubrió unas manchas rojas entre las sábanas, y supo que él había sido su primer hombre, y eso él nunca lo olvidaría. Pero lo peor estaba por llegar, cuando dos meses después Clara descubrió que estaba embarazada. Ella quiso pedir ayuda a su padre, pero eso nunca llegó, gracias a la manipulación de su madrastra, que le ofreció una cantidad de dinero enorme para que pudiera vivir, a cambio de que ella rechazara su herencia, todo lo que Clara conocía acabó, fue así como Clara se encontró embarazada, y expulsada de su familia. Pero todo cambio siete años después, cuando el inteligente hijo de Clara, Mack Goodman, quiso saber quién era su padre biológico, y gracias a su excepcional inteligencia, y a sus habilidades informáticas de genio, sin que su trabajadora y famosa arquitecta madre lo supiera, no sólo descubrió quien era, sino que, además, ideo un plan para que ambos estuvieran juntos para siempre. ¿Saldrá el plan como quiere este pequeño genio? ¿Es ya demasiado tarde? ¿Podrá Clara vengarse de quiénes le hicieron tanto daño? Muchas preguntas por responder, en mi próxima novela.
Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
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