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Mucho gusto, mi misterioso marido

Mucho gusto, mi misterioso marido

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585 Capítulo
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Sheila estaba desesperada cuando la obligaron a casarse con un hombre horrible por el beneficio de su familia. En un ataque de ira, contrató a un desconocido para que hiciera el papel de su marido. Sin saber quién era él, ella pensó que este era un gigoló que necesitaba dinero y lo hacía para ganarse la vida. Por fin, se quitó la máscara y resultó que era un magnate. Así comenzó su historia de amor. Él la llenó con todo lo que podía desear y eran felices. Sin embargo, circunstancias inesperadas pronto amenazaron su amor. ¿Podrían Sheila y su marido capear la tormenta? ¡Descúbralo!

Capítulo 1 Una aventura de una noche

Sheila Jones sintió que su cuerpo ardía, como si se hubiera sumergido en lava. Estaba desesperada por encontrar alivio para ese calor.

Mientras el robusto pecho del hombre la presionaba, ella arqueó la espalda instintivamente y susurró: "Niko...".

Aunque él no respondió, sus embestidas se volvieron más fervientes, casi salvajes.

Cuando amaneció, la habitación del hotel se llenó con la tenue luz matutina.

Sheila se dio la vuelta y chocó con el robusto y cálido pecho de un hombre.

Tras soñar con haber tenido relaciones con su novio, los ojos de la chica se abrieron de par en par ante un perfecto pero desconocido rostro.

"¿Quién eres? ¿Por qué demonios estás en mi cama?". Sheila se cubrió con la manta y se enderezó abruptamente. "¿Qué pasó anoche?", preguntó angustiada.

"Yo debería hacerte esa pregunta", respondió el hombre, Shane White, mientras abría los ojos.

Luego, se apoyó en la cabecera y miró con frialdad los ojos temerosos de la chica. "Anoche tomé demasiadas copas y fui a mi habitación. Cuando salí del ascensor, te acercaste a mí y empezaste a manosearme. Parece que eres toda una experta consiguiendo clientes en hoteles".

Sheila estaba tanto avergonzada como enojada. No podía creer que él pensara que era una prostituta.

Quería darle una bofetada, pero la manta cayó y expuso su cuerpo desnudo.

Rápidamente ella volvió a cubrirlo. "Lo que sucedió anoche queda entre nosotros. Una vez que te vayas, nos olvidaremos de todo. ¡Si difundes cualquier rumor, te arrepentirás!".

Luego Sheila se levantó molesta, dispuesta a olvidar ese incidente. Pero en cuanto se puso de pie, le temblaron las piernas.

Cuando pensó que estaba por impactar contra el suelo, le agarraron la muñeca y volvió a caer sobre la cama. En un sorprendente giro de acontecimientos, terminó recostada sobre el pecho de Shane, mirándolo a los ojos.

Su mano estaba descansando inadvertidamente sobre el pecho del hombre, por lo que sentía sus sólidos músculos. Avergonzada, Sheila deseó que se la tragara la tierra.

"¿Le tienes cariño a mi pecho?", preguntó Shane, lanzando una pequeña risa teñida de irritación.

Con las mejillas ardiendo, Sheila se liberó de su agarre. "Anoche cometí un error por beber mucho. Pero no soy como las personas que albergan malas intenciones".

Luego ella se levantó y fue al baño.

Por el rabillo del ojo, Shane vio una marca roja en la cama y sospechó que podría ser la primera experiencia íntima de ella.

"¡Espera un segundo!", gritó para detenerla. "Lo de anoche fue un error, pero podemos casarnos de ser necesario".

"¿Casarnos?". Sheila se sintió enojada y lo miró con lágrimas en los ojos. "¿Aún no estás satisfecho? ¿Ahora quieres aprovecharte de mí siendo mi esposo? ¡Qué ridículo!".

Shane estaba sorprendido por su reacción. Estaba acostumbrado a que las mujeres se sintieran atraídas por él, pero rara vez consideraba asumir la responsabilidad. La postura desafiante de Sheila era algo nuevo para él.

Vestido con su elegante traje, el hombre sacó una elegante tarjeta de presentación y la puso sobre el velador.

"Si lo reconsideras, puedes contactarte conmigo aquí".

Una vez que él se fue, Sheila se hundió en la bañera y se limpió las marcas rojas de la noche anterior. En el silencio, casi pudo seguir escuchando la respiración agitada del hombre.

Estaba tan abrumada que se tapó los oídos, luchando por aceptar que había tenido intimidad con un desconocido.

Una hora más tarde, Sheila regresó cansada a casa, sin saber cómo lidiar con lo sucedido.

Al acercarse a la villa, escuchó una conversación de dos mujeres adentro.

"¡Mamá, todo está yendo según lo planeado! El gigoló que contraté para que estuviera con Sheila acaba de llamarme. Ya hizo el trabajo, pero la maldita cámara se estropeó, así que no hay imágenes de ellos juntos. Si tan solo pudiéramos mostrárselo a Niko, despreciaría aún más a Sheila", afirmó Rita Jones, su media hermana. Parecía estar encantada con su plan.

Y Paula Jones, su madrastra, respondió siniestramente: "No importa. De todos modos, incluso sin el video, Niko no la aceptará. Tu padre y yo tenemos otros planes para Sheila".

"¿Cuáles?", preguntó Rita con curiosidad.

Su madre hizo una mueca de desprecio. "¿Recuerdas a Timothy Green de la fiesta de anoche?".

"¿Timothy Green? ¿Ese viejo pervertido de cincuenta años? ¡Se dice que ha tenido seis matrimonios y que todas sus esposas terminaron muertas! ¿Está obsesionado con Sheila o algo así?", preguntó Rita, incrédula.

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